Ya en las postrimerías de su mandato el presidente López Obrador prosigue colgándose medallas por los logros conseguidos en su intensa fruición por instalar en México lo que califica como Cuarta Transformación, ese propósito lo ha venido cumpliendo, causando turbulencias en los ámbitos económicos y financieros del país, obviamente también contra la debilitada opinión de sus opositores políticos. Para hacer realidad sus propuestas, inició su gobierno picota en mano para derribar los cimientos de lo que hubiera sido uno de los aeropuertos más modernos de occidente, por lo cual el Benito Juárez hubiera dejado de operar. Seguidamente, inició la construcción de un aeropuerto, el Felipe Ángeles (AIFA), que tres años después de ser inaugurado no resuelve la necesidad del transporte aéreo en la capital del país; también la refinería en Dos Bocas con un sobrecosto del doble de lo originalmente estimado, y el Tren Maya de cuya operatividad y rentabilidad aún no estamos seguros de salir airosos. Pará financiar ese tren de gastos el gobierno echó mano de la reserva de estabilidad presupuestal y de los fideicomisos a su alcance, en ese trance tuvo tentación por las reservas del Banco de México, pero su recia autonomía lo impidió. Simultáneamente utilizó el atril mañanero para comenzar un incesante golpeteo contra el INE y el IVAI, aunque la Comisión Reguladora de Energía fue una de las primeras en donde la autonomía formalmente conferida por la ley sufrió serios embates. Cuando no pudo concretar la reelección de Zaldívar en la presidencia del Poder Judicial enderezó sus baterías contra ese poder, con mayor virulencia cuando la ministra Norma Piña no se levantó a su llegada en el Teatro de la República de Querétaro. En abril. con la salida de Lorenzo Córdoba, Ciro Murayama, Adriana Favela y José Roberto Ruiz, consejeros del INE, el gobierno operó para introducir elementos a modo, la señora Guadalupe Taddei es una de esas piezas ad hoc para construir la mayoría calificada en la Cámara de diputados para MORENA y sus aliados. Así sucedió el viernes pasado, pues con un porcentaje de 54% de los votos la alianza gobiernista fue favorecida por el INE con un 74% de curules, así obtiene la mayoría calificada para sin trabas operar los cambios constitucionales propuestos por el presidente el 5 de febrero.
Poco a poco, sistemáticamente, López Obrador habilitó acciones para asegurar sus propósitos: apenas un día después de la elección federal instruyó a la secretaria de gobernación para en la mañanera asegurar que MORENA había obtenido la mayoría calificada en el Congreso Federal, lo repitió en dos ocasiones más y el viernes lo confirmó ya de manera oficial la consejera presidente del INE Guadalupe Taddei: O sea, la alianza de Morena, el PVEM y el PT tiene 364 diputados federales, contra los 108 del PRI, PAN y PRD, en conjunto, más los 27 de MC. Carro completo como se decía en tiempos de la hegemonía priista, porque, además, en la Cámara de Senadores la Coalición MORENA-Verde-Pt tendrán 83 de 128 senadores que componen esa Cámara, es decir para alcanzar la mayoría calificada solo le faltan dos votos para sumar los 85 requeridos, ¿quién pudiera pecar de ingenuo para pensar en la dificultad de conseguir esos dos votos? Con “Alito” en la jugada o con Dante en su encrucijada eso es pan comido. Así pues, hasta este momento al presidente López Obrador lo favorece el marcador, aunque aún falta por comprobar si le acomodarán las actuales circunstancias para conseguir la desaparición de órganos autónomos y la reforma al Poder Judicial, en un escenario donde buena parte de la sociedad se opone, mientras que la oposición política agrupada en los partidos permanece atónita, sin brújula, sin timón y sin capitán. |
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