La encrucijada histórica ha permitido que en México ya tengamos a una mujer en la presidencia de la república, aunque sería erróneo argumentar que es producto único de la lucha histórica de las féminas por recibir trato igualitario en la urdimbre cultural de nuestro país, porque Claudia Sheinbaum accedió al cargo gracias a la voluntad personal del anterior presidente de México, las razones para escogerla como candidata de MORENA cada quien puede esgrimirlas según su visión, aunque sin duda alguna Claudia Sheinbaum tiene méritos suficientes para el ejercicio de la ingente tarea de su actual encargo. En todo caso ignoramos cómo vaya a ser su desempeño porque las circunstancias de su entorno no favorecen un esquema de buenos augurios. De inicio, en el amanecer del actual gobierno el horizonte luce complicado, así se ha observado durante el decurso de sus primeros 53 días de gestión presidencial, no podría ser de otra manera a causa de la pesada herencia legada por su antecesor:: penurias financieras que impiden un buen arranque, la inercia vandálica contra el Poder Judicial, la catastrófica demolición de los órganos autónomos, aunada a un cerco de colaboradores más atentos al llamado de López Obrador que a las prioridades de la presidenta. De entrada, esa condición entorpece la autoridad inherente al Poder Ejecutivo federal porque le dificulta atender con presteza problemas derivados de una geopolítica cada vez más complicada. Es decir, aparte de los graves problemas internos, principalmente los relativos a la violencia imperante en gran parte del territorio nacional, y adicionalmente, pero no menos importantes, los internacionales que involucran a Canadá, los Estados Unidos y China, en ese contexto para nada alivia el discurso oficial sobre estar preparados con un Plan para la respuesta.
Por si no bastara, la realidad está reflejando los efectos de la desacertada y fallida estrategia de “abrazos y no balazos”, en cuya médula es superlativa la incuestionable omisión en el combate a la delincuencia organizada, de cuyas consecuencias su dominio territorial cada vez más extenso es prueba manifiesta. La violencia desatada en Sinaloa, Guerrero, Chiapas, Guanajuato, Sonora etc., ha evitado registrar las acciones emprendidas con bastante éxito por el actual gobierno en materia de combate a la delincuencia, detenciones de capos relevantes han pasado casi inadvertidas pese a que significan un gran viraje en la estrategia contra grupos delictivos. Por esa dinámica estamos descubriendo a cielo abierto la inocultable penetración del crimen organizado en grupos policiales: el 12 de noviembre se detuvo a Germán ‘N’, encargado de la Secretaría de Seguridad Pública de Chilpancingo, por su presunta implicación en el homicidio del alcalde Alejandro Arcos Catalán ocurrido el 6 de octubre. Ayer mismo, elementos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, de la Guardia Nacional, de la FGR, de Marina y del Ejército emprendieron un operativo denominado “Enjambre” en el Estado de México donde detuvieron a siete funcionarios de esa entidad, entre ellos el subdirector de Seguridad Pública de Naucalpan, el de Tejupilco e Ixtlahuaca debido a su probable participación en diversos delitos y su posible relación con células del crimen organizado, el comisario de Texcaltitlán, por quien también iban fue hallado sin vida en la incursión para detenerlo. También se detuvo a la presidenta municipal de Amanalco, María Elena ‘N’, y al director operativo de Ixtapaluca. Contundente prueba del enemigo en casa y solo una muestra de lo que ocurre en otras entidades de la república mexicana. Vamos bien, ojalá venga lo mejor. |
|