José Miguel Cobián
Durante sus 18 años de campaña, el hoy presidente de la república, se dedicó a magnificar los errores reales o imaginarios de los partidos en el poder, PRI y PAN, de tal manera que fue un opositor ejemplar, al grado de convertirse en la voz de muchos mexicanos descontentos, incluso ese descontento fue exacerbado precisamente por las propias acciones de López Obrador y sus críticas a los gobiernos en turno.
Durante sus seis años de gobierno, el presidente López Obrador, continuó con su esfuerzo de comunicación cotidiano con la población. No sólo conservó a los votantes que lo apoyaron en 2018, sino que incrementó su número, a tal grado que su sucesora, es la persona más votada para el cargo de presidente de la república, en la historia del país.
Todos sabemos que los políticos y los gobiernos no le dicen toda la verdad al pueblo, por todo tipo de razones, desde mantenerlos tranquilos, dar esperanza, manipularlo, o cualquier razón justa o perversa. Así trabajan todos los gobiernos del mundo desde hace unos seis mil años cuando menos.
Cada gobierno trata de establecer una realidad alternativa, lo que ahora se conoce como ¨narrativa¨. Y en eso fueron muy efectivas las mañaneras, por las razones que ud quiera. Pero también fueron efectivas porque la oposición decidió no actuar como tal. Jamás vimos durante el gobierno del presidente López Obrador a un opositor señalando lo que podrían haber sido errores de su gobierno, desde la oposición política.
No vimos al PRI o al PAN, dedicar conferencias de prensa para contrarrestar la narrativa del gobierno en turno. Vimos unas cuantas, y de unos cuantos actores políticos, pero se entendía que había un interés electoral, más que una intención de informar y desmentir esa ¨narrativa¨ que surgía de las mañaneras.
Vimos como se colonizó cada organismo autónomo, con el silencio de la oposición. Incluso la colonización del Instituto Nacional Electoral, ese que la marea rosa salió a defender. Y también vimos la falta de magistrados en el Tribunal Federal Electoral, sin que a nadie le ocupara o preocupara.
Vimos, porque si algo hay que reconocerle al presidente López Obrador, fue su transparencia de intenciones en el ejercicio de gobierno, todos y cada uno de los pasos que nos han traído a la situación actual de sobre representación y riesgo de modificación de todas y cada una de las leyes que el presidente prometió modificar, previo a las elecciones. Y la oposición siguió callada.
Hoy, que Morena tiene todas las canicas en su bolsa. Hoy cuando el partido oficial tiene todas las ventajas, que lo vimos ir obteniendo a lo largo de los seis años de este gobierno, la oposición quiere culpar al partido en el poder, de apropiarse de la república. Y quizá no le falte razón a la oposición representada por Alito y por Marko. Ahora sí, han sido muy hábiles en culpar a morena de los acontecimientos por venir en la vida pública de México.
Peeeero, resulta que Alito y Marko vieron a morena dar cada paso. Observaron claramente todos y cada uno de los movimientos y las jugadas realizadas por López Obrador, sin mover un dedo ni actuar en consecuencia.
Hoy ante los ojos de muchos mexicanos que no simpatizan con el régimen que va a implantar el presidente en septiembre próximo, la salvación está en el PAN, porque el PRI está tan desprestigiado, que no se duda que se convierta en otra rémora como lo son los partidos chiquitos, vendiendo sus votos al mejor postor.
Sin embargo, esos mexicanos opositores al régimen olvidan el punto más importante: ¨Hemos llegado hasta aquí, con la venia, ciencia y paciencia de el PRI y del PAN¨. Eso es innegable. Si vamos a buscar a los primeros responsables de la debacle democrática que va a sufrir el país, los partidos políticos de oposición son los primeros responsables.
Sabíamos del plan C del presidente López Obrador desde febrero de este año. ¿Qué hicieron los partidos de oposición, los amados PRI y PAN, para evitarlo? La respuesta clara y concisa con mayúsculas es NADA.
Las dirigencias nacional y estatales, jugaron a lo que siempre han jugado. A repartir pluris con los aliados y amigos más cercanos, a quedarse con las prerrogativas y no apoyar a sus candidatos. A buscar idealistas que pagaran sus campañas y representaran sus siglas, sin el mínimo apoyo de sus dirigencias. Y lo que es peor, el día de la elección, ni siquiera tuvieron suficientes representantes de casillas, como para defender el voto de todas las urnas.
Para los dirigentes de los partidos de oposiciones, todo fue ¨business as usuall´´. Hacer los negocios de siempre, como siempre. Pero no sólo eso, desde el inicio de la transición democrática de México, 1994 o 1997 según criterios, ni el PRI, ni el PAN, se interesaron en convencer a la población de las bondades de sus gobiernos, de sus políticas de seguridad, de salud, de seguridad, económicas, etc. El éxito de AMLO y de Morena como partido político, proviene de las malas gestiones de los gobiernos emanados del PRI y del PAN. Y el éxito de Claudia, proviene además, de la falta de capacidad y la falta de intención de los partidos de oposición de conectar con los ciudadanos mexicanos.
39% de los electores no salieron a votar. 17 % votaron por Xóchitl, 6% votó por MC y 36% de los electores votaron por Claudia. Queda claro que los partidos de oposición no hicieron su trabajo, pero ahora son los grandes beneficiarios, porque todo mundo se ha olvidado de la responsabilidad del PRI y el PAN en lo que hoy y lo que los próximos años vivirá México.
Esa es la razón y motivo del título de este artículo. Al fin hizo algo la oposición, engañar a sus simpatizantes y distraerlos para eludir su responsabilidad en los cambios de régimen político que vivirá México. Su desinterés, su apatía, su falta de acción, solo muestran que estaban de acuerdo, o que jamás les interesó la democracia mexicana.
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