Señor presidente López Obrador, una vez más quedo impresionado por su genialidad política. Escucharlo hoy afirmar que hubo fraude en las elecciones del día de ayer en las cuáles resultó ganadora la candidata de oposición Xóchitl Gálvez, me parece una reacción muy útil para que usted pueda seguir conservando el liderazgo del partido político de su propiedad, lo cual le garantiza impunidad por los próximos seis años y quizá un el resto de su vida.
Lo escucho en apariencia muy enojado, aunque en el fondo usted está feliz, pues cumplió, y al cumplir, no tendrá ningún problema ni usted ni sus hijos, en disfrutar el dinero obtenido durante su sexenio.
Desde que usted destapó a Claudia después de las elecciones del 21, me parecía que jugaba a perder. Muchos negaban tal posibilidad debido a que jamás ha reconocido una derrota, aunque discretamente si las ha aceptado, ganando mucho cada vez que perdía una elección, pues suavizar el pataleo le garantizó una enorme cantidad de recursos económicos, tanto cuando ganó Calderón como cuando ganó Peña Nieto.
Entendía yo que usted atacaba verbalmente a Calderón pero no lo tocó jamás ni con el pétalo de una rosa. Con él usted aprendió que aquél que fuera atacado por usted en sus mañaneras, automáticamente se convertía en paladín de la justicia para sus opositores.
Observando su actuar a lo largo del tiempo. La cadena de traiciones a sus amigos y colaboradores cercanos, me hizo entender también que el único interés que tiene López Obrador es López Obrador, y por ello, haría siempre lo que a López Obrador le conviniera.
Entiendo que le preocupaba la anemia en la oposición. Por ello atacar a Xóchitl se convirtió en su obsesión, a sabiendas que sólo incrementaría su popularidad hasta niveles insospechados. Pero eso no garantizaba que ella ganara la elección.
Por eso usted le dio la orden a Marcelo Ebrard para que desde antes del triunfo oficial de Claudia en sus encuestas, comenzara a atacar -con justa razón-, la inequidad y el uso de recursos públicos para promocionarla. Eso dejó en evidencia que Morena es un partido igual o peor que los anteriores, pues hacía exactamente lo que tanto criticó.
Y esa táctica la usó usted una y otra vez. Gracias a usted, después de aquél tan famosos ¨cállate chachalaca¨, se modificaron las leyes electorales para evitar que el presidente de la República interviniera en procesos electorales. Ud violó una y otra vez la misma legislación electoral que tanto promovió en otro momento, demostrando la más absoluta incongruencia y falta de palabra que un presidente pudiera exhibir.
No bastaba con eso. Mientras Marcelo seguía exhibiendo a Claudia como una candidata espuria, sin ser frenado por usted, ya que la mano que movía la cuna era la suya. Decidió elevar aún más la popularidad de Xóchitl. Usted sabe por experiencia, que nada mueve más al pueblo mexicano que una injusticia. En el imaginario del mexicano promedio, una víctima del poder se hermana a cada uno, porque todos hemos sido víctimas del poder.
Así decidió atacar, sin mucha fuerza, pero la suficiente para que se notara, a Xóchitl, primero exhibiendo los ingresos de sus empresas, pero atinadamente mintió en cuanto al monto de los negocios que se hicieron con el sector público. Usted habló de mil cuatrocientos millones, cuando no pasaron de setenta y ocho millones. Eso lo desacreditó a usted y lo identificó como falsario y mentiroso una vez más.
No le bastó eso, la atacó de manera personal una y otra vez, a sabiendas de que cada ataque incrementaba su popularidad. Mandó a un lacayo diputado a presentar denuncias, que usted mismo ordenó que no prosperaran ante la fiscalía general de la república, esa fiscalía presuntamente independiente, pero siempre sometida a sus designios. Incluso cuando la campaña de Xóchitl comenzaba a aflojar, usted ordenó que la citaran, para que así volviera subir a lo más alto del candelero.
Los meses previos a la investidura de Claudia como candidata, se habló más de las acusaciones de Marcelo, de los proyectos de Marcelo, de los planes de Marcelo. Y cuando se hablaba de Claudia, las y los personeros de la 4T eran tan obvios en sus mentiras, como cuando afirmaban que era la candidata más feminista, sí esa misma persona que le cerró las puertas de su oficina a las feministas e incluso las mandó golpear con los granaderos, esos que ya no existen. También la presumen como ecologista, cuando no movió un dedo por la ecología de la ciudad de México. Sólo faltó que presumieran el mantenimiento al metro con la enorme cantidad de accidentes, -algunos mortales-, que sufrieron los capitalinos durante su mandato.
Para asegurar el triunfo de Xóchitl, usted decidió que el coordinador político de campaña de Xóchitl fuera Adán Augusto, el mismo que después de salir de gobernación gastó enormes cantidades de dinero público en la promoción de su imagen, al grado, que su fracaso fue tan grande que el propio Fernández Noroña sin haber gastado ni el cinco por ciento del dinero de Adán, le ganó en las encuestas.
El otro coordinador de la campaña de Claudia, designado por usted, fue ni más ni menos que el señor Don Nadie, Ricardo Monreal, en el área de organización. El mismo Ricardo al que le negaron la candidatura a la cdmx, y el mismo que es muy cercano a Marcelo. Exitoso como pocos, sacando el 2% de la simpatía en la encuesta de morena.
Los continuos ataques y amenazas a Xóchitl lograron mantener en pie de guerra a los simpatizantes de la oposición. A lo largo de su campaña, ella logró posicionarse como la opción tanto para los mexicanos agraviados por su gobierno, que somos muchísimos, como para las principales potencias mundiales, que al principio de su campaña no tenían la menor idea de quién era y que esperar de ella.
La receta le salió a la perfección. Usted queda como héroe. Claudia al no ganar la elección pierde cualquier posibilidad de liderazgo en el movimiento. El pataleo medido y prudente después de la elección le garantiza a usted seguir siendo el paladín que goce de las simpatías de sus fieles seguidores, y lo más importante, cumplió usted el compromiso de regresar a México a la senda de la modernidad. Usted ya fue presidente, logró sus objetivos, y ahora se puede retirar tranquilo y en paz a su rancho, con la seguridad de que usted y sus hijos no serán molestados en el sexenio que comienza en unos meses.
Saludos señor presidente.
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