Ejemplos de saqueo al final de cada batalla, existen muchos en la historia. Durante el colonialismo las potencias coloniales obtuvieron enormes recursos de sus colonias. Durante diversos periodos imperiales, los imperios como el Mongol, el Romano o el Británico, obtuvieron enormes ganancias de las tierras donde se estableció su mandato, vía impuestos y vía la extracción de materias primas e impuestos al comercio.
Generalmente el abusivo es una potencia extranjera. Generalmente impuesta mediante su poderío militar, es decir, los pueblos sometidos lo eran debido a la fuerza del opresor. El ejemplo más cercano a la cultura mexicana lo tenemos con el imperio Mexica o Azteca (como erróneamente se le conoce). Unos pueblos que venían de la zona de lo que hoy es Utah en Estados Unidos, migraron a Mesoamérica, se establecieron primero como vasallos y poco tiempo después se convirtieron en el pueblo dominante a sangre y fuego de su zona de influencia. Ellos eran un imperio que acumuló enormes riquezas, por ello la magnitud de su ciudad capital Tenochtitlán, gracias a los abusos cometidos contra los pueblos vasallos.
Pues México ha vivido esa misma historia, -sin los sacrificios humanos-, los últimos cien años. Eso no significa que en períodos anteriores no hubiera sufrido pérdida de riqueza, pero la de los últimos cien años no tiene parangón en toda su historia.
Si bien, los castellanos y luego los españoles, obtuvieron el quinto real, es decir, el 20% de la riqueza generada en la Nueva España como parte de su tributo o impuestos pagados a la corona española, el nivel de extracción de riqueza fue mínimo, y el 80% restante lo vemos en todos los edificios coloniales, ya que durante los 300 años que duró ese período, se construyeron ciudades, caminos, acueductos, escuelas, hospitales, palacios de gobierno, puertos, etc. Es decir, el 80% de la riqueza generada en lo que hoy es México, se quedó dentro de su territorio.
El saqueo en serio, y el abuso, comenzaron a partir de la independencia. Las cifras de indígenas entre 1821 y 1921 muestran que fue el período en que más vidas humanas se perdieron por razones ajenas a enfermedades y epidemias.
En 1821 la población total rondaba los seis millones de habitantes, de los cuales el 60% era indígena y el 40% era española y mestiza. Cien años después, la población total rondaba los 14.3 millones de habitantes, de los cuales los indígenas representaban el 20%, y la población mestiza y blanca era el 80% restante. Es decir mientras en 1821 la población indígena eran 3.6 millones de habitantes, cien años después, a pesar de haberse más que duplicado la población, los indígenas eran 2.8 millones de habitantes. ¡En cien años se redujo la población indígena en 800,000 personas!
A pesar de ello, la historia oficial, creada para justificar el régimen revolucionario, inventó villanos y héroes, que hasta la fecha, la población mexicana, en su ignorancia, odia o idolatra según el caso.
La riqueza generada por el país es enorme. México si no estuviera ocupado por sus enemigos, quienes sexenalmente lo saquean, podría ser una potencia económica, con un ingreso por persona y una infraestructura urbana similar a cualquier país europeo. Pero México ha tenido un grave problema: ha sido sistemáticamente saqueado por piratas que han ocupado cargos en el gobierno o por unos cuantos negociantes que han vivido pegados a la ubre presupuestal.
La población mexicana ha sido mantenida en la ignorancia absoluta, por ello ni siquiera percibe la magnitud del saqueo que sufre día con día, así como tampoco alcanza a comprender el daño que ese saqueo le causa a sus expectativas de tener una vida mejor para si, y para los suyos.
El propio régimen de la revolución inventó que quienes nos saquean son los imperialistas, generalmente los yanquis son el mejor pretexto. Con ello se desvía la atención de los verdaderos saqueadores y se logra que la población no se atreva a reclamar.
Cada sexenio, cada trienio, cada cuatrienio, vemos acumularse fortunas inmensas, por parte de personajes mediocres, que si no fuera por su habilidad para robar a los mexicanos, jamás en su vida podrían aspirar a obtener esos recursos trabajando honradamente.
Cada período gubernamental observamos cómo se reparte el botín, entre los distintos actores que participan en el saqueo. Por un lado, son los partidos políticos los que tienen el monopolio de escoger a los posibles futuros gobernantes, así que sus dirigentes, logran pingües ganancias gracias a los acuerdos que llevan a cabo con aquéllos a quienes les permiten ser candidatos. Si el partido que los va a postular está bien posicionado, es mucho más cara la candidatura.
Así, vemos que a liderazgos estatales se les otorgan contratos de obra pública, de renta de camiones de limpia pública, o de proveeduría. Pero no son los únicos beneficiados. Empresarios que invierten apoyando campañas políticas, ven multiplicado el dinero que invirtieron en tal o cual candidato, si dicho candidato gana la elección. En el sector público, todo se maneja con sobre precios o con moches o con amiguismo. Rara vez la eficiencia y la calidad de un bien o servicio logran que se venda, siempre son los intereses los que mandan.
Pero resulta además que los funcionarios electos consideran como patrimonio personal el presupuesto que manejan. Así, los alcaldes, gobernadores, presidentes, o funcionarios que manejan presupuesto, como directores de PEMEX, CFE, etc., manejan a su antojo el presupuesto del que disponen. Consideran que haber ganado la elección, les otorga el derecho de quedarse con un 10, 20 o 30% de dicho presupuesto. Y la población lo sospecha y lo tolera.
Vemos ciudades destrozadas en su infraestructura urbana, vemos sistemas de salud mal abastecidos, vemos sistemas de seguridad inútiles, vemos aeropuertos cayéndose a pedazos, vemos filas enormes para ser atendidos para algún trámite, etc. En México, lo más privado es lo público. Pues cada funcionario se siente dueño de su isla de poder, cobra por conceder al público lo que sería su obligación otorgar de manera gratuita, incluida la procuración y la administración de justicia.
México es saqueado por su propio gobierno. Y la población no se queja. Lo consideran normal. Acostumbrados a bajar la cabeza y la mediocridad en los servicios públicos, los mexicanos viven su vida pública muy silenciosa. Quizá por ello, su vida privada es tan bullanguera. El único problema es el calificativo que tú y yo le daríamos a quién no defiende a su Patria, el bienestar de su familia y el futuro propio y colectivo. Pero como dice un amigo abogado, aquí nos tocó vivir.
P.S. Ojo, no me refiero exclusivamente al sexenio actual, todo lo aquí escrito aplica a los sexenios de Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quezada, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
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