De acuerdo con datos del Banco Mundial —que incluyen los más recientes— la deuda del gobierno central pasó de aproximadamente 53.3 % del PIB en 2019 a 60.1 % en 2020, luego disminuyó gradualmente: 56.9 % en 2021, 54.0 % en 2022, 52.7 % en 2023, y se proyecta 54.8 % en 2024 y 55.1 % en 2025.
Según FocusEconomics, la deuda pública para 2024 es de 53.3 % del PIB, en promedio mayor que el 47.2 % registrado en la década anterior, aunque en 2024 supera el promedio regional,
Este patrón revela que la deuda subió drásticamente en 2020 (pandemia), logró estabilizarse, pero no ha sido reducida de manera sostenida; sigue en niveles elevados que comprometen la sostenibilidad fiscal.
El PIB sufrió una fuerte caída en 2020 (–8.1 %), se recuperó con crecimientos de 5.8 % en 2021 y 3.9 % en 2022, seguido por una moderación a 3.2 % en 2023, 2.1 % en 2024, y se proyecta 1.5 % en 2025.
El cuarto trimestre de 2024 registró apenas 0.9 % de crecimiento anual, tras un 2.4 % en 2023 y 4.6 % en 2022. Se prevé que en 2025 el crecimiento estará entre 0.6 % y 1.0 %, con riesgos de recesión técnica debido a factores externos como aranceles de EE.UU. En resumen, el crecimiento es demasiado débil y volátil como para compensar una carga creciente de deuda pública.
El Banco de México acaba de revisar sus estimaciones de crecimiento para 2025 0.9% y 2026 1.1%, lo que implica que desde 2019 hasta 2026 tendremos crecimientos raquíticos, muy inferiores a los prometidos por el partido en el poder. Este crecimiento comparado con el de las cinco administraciones anteriores hace que el 2.4% promedio de esos años, tan criticado por el expresidente López Obrador sea un crecimiento maravilloso e inalcanzable ahora que su partido está en el poder.
Si bien México ha mantenido niveles de deuda ligeramente por debajo del promedio latinoamericano (47.2 % vs. 54.6 % del PIB en la década previa 2015–2024), en 2024 ya supera ambos promedios con 53.3 %. Esto sugiere que el país se está alistando para visitar nuevamente una zona de riesgo fiscal alta dentro de la región.
Considerando que la deuda pública representa más del 50 % del PIB nacional, y el PIB nominal en 2024 fue de aproximadamente US$1.994 billones (datos del PIB, "Economy of Mexico"), se puede estimar que el total de deuda pública alcanza cerca de US$1 billón. Con una población estimada de 130 millones, representa cerca de US$7,700 (DÓLARES) por persona, un peso significativo sobre cada ciudadano — especialmente sobre futuros jubilados.
El creciente costo del servicio de deuda reduce la capacidad del Estado de financiar el sistema de pensiones, especialmente en un contexto demográfico que exige estabilidad fiscal para garantizar jubilaciones dignas.
La deuda crece (especialmente en 2020), el crecimiento económico se frena (2024-2025), y la deuda per cápita y el costo financiero presionan aún más las finanzas públicas. .Esta combinación erosiona la inversión en sectores estratégicos como salud, educación, servicios públicos, infraestructura y seguridad.
El costo de no invertir adecuadamente en desarrollo humano e infraestructura se traduce en menor productividad futura y limitadas oportunidades para las siguientes generaciones.
Gastar sin crecer no es solo un error presupuestal; es una condena para el futuro. México está apostando a un patrón fiscal inestable donde la deuda crece sin respaldo en crecimiento económico ni en inversión productiva. Si no revertimos esta tendencia, nuestras hijas, hijos, nietas y nietos enfrentarán un panorama donde su calidad de vida estará empeorada por culpa de decisiones presentes.
La solución no solo implica estabilizar o reducir la deuda, sino reubicar el gasto público bajo una visión de largo plazo: inversiones que sí generen crecimiento inclusivo, redistribución genuina del bienestar y una economía cuya salud permite que cada generación viva mejor que la anterior.
Quienes hoy defienden la expansión del gasto público no compensado con un incremento similar de la economía nacional, están promoviendo una crisis fiscal futura, pero sobre todo, condenar a México al eterno subdesarrollo.
La elección de los proyectos símbolo del sexenio anterior, provocó una enorme expansión en el gasto público hacia proyectos de infraestructura que se ha demostrado jamás serán rentables, a cambio de reducir el presupuesto en todas las dependencias.
Los programas de bienestar, llevan dinero a los bolsillos de una enorme cantidad de mexicanos, a cambio de reducir sus posibilidades de obtener salud de calidad, seguridad adecuada, educación de calidad y sobre todo, eliminan la promesa de un México mejor para las siguientes generaciones, ya que esos mexicano se sientes obligados a votar por quién les da dinero, sin importar que las políticas públicas que lleva a cabo el gobierno actual, lleven a un deterioro lento y paulatino pero permanente del nivel de vida y de las expectativas de crecimiento económico para el país en su conjunto y para cada mexicano en particular.
Triste futuro para México.
Elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex
https://josecobian.blogspot.com/2025/08/blog-post_29.html
|
|