Por Omar Zúñiga
En la época del PRI hegeménico y autoritario, todavía allá por los gobiernos de Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, incluso aún Carlos Salinas de Gortari, el 1 de septiembre, fecha de entrega del informe del Gobierno en turno, era, literalmente e incluso así se le conocía, el Día del Presidente.
Toda una parafernalia se desencadenaba en torno al evento, el consabido discurso mesianico ante el Congreso de la Unión, que podía durar todo el día si así lo decidía el Presidente, recorrido en carro descapotable ida y vuelta al Congreso desde Palacio Nacional recibiendo el cariño del pueblo (ajá), hasta el consabido besabamos que se daba en Los Pinos.
Presidencia de la República inclusive enviaba a las redacciones de los periódicos el mentado informe un día antes para poderlo trabajar con calma y sacar las ediciones especiales necesarias.
Todo eso se fue perdiendo al final del gobierno de Salinas, y terminó por convertirse en un evento republicano con Ernesto Zedillo, en el que el secretario de Gobernación –como lo marca la Constitución- iba a entregar el Informe escrito al Congreso, el presidente daba un mensaje, regularmente breve, y tan tan.
Este protocolo fue replicado por Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Hasta que llegó Andrés Manuel López Obrador y nos hizo sentir nuevamente en el autoritarismo de los años 70 del siglo pasado.
Y el más claro ejemplo fue ayer, domingo 1 de septiembre, cuando dio su Sexto y último informe de Gobierno, ante un faraónico escenario en un rebosante –ciertamente- Zócalo de la Ciudad de México.
Volvió a ser SU día, suyo, de él y de nadie más, como le gusta, sentirse abrazado por el pueblo bueno y sabio, creyéndose él mismo sus mentiras.
El contenido es lo de menos, pues él fue, es y será, para él mismo, el mejor de los presidentes que México haya tenido jamás.
Su tiempo, oficialmente, se acabó, veremos como reacciona después del 1 de octubre… espejito, espejito.
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Cuando la Facultad de Derecho habla, la UNAM tiembla; cuando la UNAM habla, la Nación tiembla. Esta frase atribuida a Justo Sierra cobra mucho sentido hoy en día y lo hace en un par de vertientes.
La primera tiene que ver con la multicitada reforma al Poder Judicial, donde las protestas del personal del PJF ya fueron secundadas por estudiantes de la UNAM, que a su vez convocaron a universitarios de todo el país.
Desde esa fecha, el movimiento que repudia la iniciativa presidencial, parece haber cobrado fuerza; ayer mismo, domingo, en varias partes del país marcharon en su contra, lo que opacó el Día del Presidente.
Xalapa no fue la excepción.
Coincidencia o no, luego que salieron las chavos a las calles, la presidenta electa Cladia Sheinbaum ordenó a su Congreso aguantarla y revisarla bien…, veremos, dijo un ciego.
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La otra vertiente de la frase de Justo Sierra, tiene que ver con lo que le hemos informado sobre lo que ocurre en la Universidad Veracruzana y el creciente descontento contra su rectorcito Gerardo Martín Aguilar.
“Hoy, 20 de agosto de 2024, se inauguraron las Aulas C101 y C102 del nuevo Edificio C de la Unidad Académica de Economía, Estadística e Informática.
“Comunidad UV estuvo presente, incluyendo a nuestro Rector, Dr. Martín Aguilar Sánchez, participando en el corte del listón”.
“Después de la inauguración, autoridades y cuerpo académico del Área Económico Administrativa participaron en una reunión de trabajo con el Rector, donde algunos de nuestros profesores presentaron los proyectos que se están llevando a cabo en nuestra facultad”.
Estos breves y salameros párrafos fueron publicados en las redes sociales de la Facultad de Estadística e Informática.
Pero nuevamente, Martincillo se enfrenta al descontento, como le pasó en su visita a Biología de la que no salió bien librado.
Pues ahora, con lo de los famosos diálogos con el rector hicieron una jalada ahí en la Facultad, nos informan académicos de la unidad de Economía e Informática.
Denuncian que, aunque se supone son espacios para el diálogo, donde los profesores tienen contacto con el rector (ajá) para plantearle sus necesidades, el maldito “pero” en turno, es que en la Facultad, solamente invitaron a unos cuantos académicos, y los que no estaban en la lista, no se les permitió el acceso, como cadeneros de antro, mandaron al diablo a quienes no habían sido previamente seleccionados.
Metieron mano desde el director de la Facultad, Luis Gerardo Montané Jiménez; el director del área Económico-Administrativa José Luis Sánchez Leyva, hasta gente de la misma Rectoría.
Todo el teatrito, para buscar blindar a Martincillo y que no fuera cuestionado sobre muchos asuntos que trae arrastrando y traen de cabeza a académicos y alumnos, que exigen respuestas que nomás no llegan, como el tema del subejercicio presupuestal y la falta de carácter ante su amigo el gobernador Cuitláhuac García para no hacer valer la ley y exigir su presupuesto del 4 por ciento como marca la Constitución.
Previo a ese espacio de “diálogo”, estaba programada la inauguración de las aulas (lo que publicó la Facultad), ahí sí, invitaron a toda la comunidad, pero cuando se trató de dialogar salieron conque “dice mi papá que siempre no, que muchas gracias, pero que estaba restringido sólo algunos profesores”.
El encargado de transmitir la orden al cuerpo académico relegado de la reunión, fue Luis Gerardo Montané Jiménez, director de la Facultad Informática quien no obstante su grado académico de doctorado, se prestó para hacer de patiño y de paso el ridículo, pues no solamente cepillaron a profesores de la facultad de Estadística e Informática, sino también a los académicos de la que alguna vez fuera la combativa Facultad de Economía, cuna de librepensadores, honestos y combativos, que alzaban la voz ante cualquier dejo de injusticia.
¡Qué barbaridad!
deprimera.mano2020@gmail.com
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