Si partimos de la manera en cómo se integró el Movimiento de Regeneración Nacional y del extraordinario engrosamiento de sus filas pudiéramos encontrar las razones por las cuales su líder moral, el ahora presidente electo Andrés Manuel López Obrador, enfrentará serias dificultades para encauzar a todo su equipo en la sinergia de sus programas para el cumplimiento de las responsabilidades de gobierno. No es un secreto que el descomunal crecimiento de MORENA tiene raíces en la inconformidad social y en el acomodamiento de amplios sectores de la clase política proveniente del PRD, principalmente, pero también del PAN y, obviamente del PRI, en cuyo seno se formaron sus dirigentes. Experiencias pasadas enseñaron a López Obrador a aliarse con quien quisiera hacerlo, incluso realizar alianza electoral con un antípoda ideológico como lo es el PES, cuando en 2006 no lo hizo con Elba Esther en congruencia con sus escrúpulos. El fin justifica los medios es una fórmula que en este caso está plenamente comprobado.
Tras la elección federal quedó el reacomodamiento de fuerzas políticas en México, MORENA irrumpe con tal fuerza que desplaza al otrora hegemónico PRI, del cual mucho se ha escrito por su prolongada estancia en el ejercicio del poder en México, sus críticos más severos le atribuyen todo lo malo que ha sucedido, olvidan que este país ha sido un auténtico paradigma de estabilidad política en Latinoamérica, alejado de los cuartelazos y asonadas que por mucho tiempo asolaron a la región. Cualquier explicación de ese fenómeno habrá de desembocar en referencias hacia el PRI, eje vital sobre el cual giraron las sucesiones de gobierno, que en no pocas ocasiones significaron auténticas alternancias al interior del propio PRI sin alterar al sistema político.
Cuando se hace referencia a hegemonía, “carro completo”, “mayoría absoluta” “presidencialismo imperial” se adjetiva de inmediato de manera negativa, sin embargo, fueron mecanismos apropiados para conservar la paz y la tranquilidad públicas y para auspiciar el crecimiento económico. Si los abundantes años del PRI en el poder no sirvieron para disminuir la desigualdad social, no debiera culparse al PRI, sino a la conformación política del país en donde este partido ha sido ciertamente eje fundamental. Se corrobora con el hecho de que nuestra evolución política, ha sido impulsada desde el sistema “priista”. Que hubo presión social para
que así fuera es indiscutible, pero esa condición es parte inherente de la transformación política en cualquier sociedad.
En 2000 se produjo la primera alternancia por la victoria del Partido Acción Nacional, pero la impericia de Fox, aunada a la resistencia al cambio, combinada entre el PRI y el PRD, fue una transición fracasada que provocó la restauración priista en 2012. En 2006 el PRD estuvo en un tris de llegar a la presidencia, con fraude o no esa posibilidad se frustró, pero dio aliento al actual presidente electo para proseguir en el intento de lograr la presidencia y lo consiguió el 1 de julio próximo pasado.
Ese proceso exitoso encuentra explicación en los cambios de la correlación de fuerzas políticas, en la beligerancia de los partidos y organizaciones políticas, y detrás de ello, siempre, las condiciones económicas.
El dato duro más reciente del cual podemos extraer información cierta para entender la actualidad política es la experiencia electoral de 2016, cuando PRI, signos de su decadencia, sufrió gran derrota electoral pues de 12 gubernaturas en juego perdió siete: Veracruz, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, en donde desde su fundación había gobernado. Fue un auténtico desastre político, preludio de lo que habría de venir en 2018.
El PRD, nacido en 1989 por inspiración de priistas inconformes, vive también aciagos momentos, pues de sus filas emigraron multitudes hacia MORENA, que es un partido auténticamente híbrido pues combina la experiencia priista con la concepción ideológica que inspiró al PRD. Es decir, MORENA es tres en uno porque condensa la convicción izquierdista de la auténtica militancia del PRD con la conciencia de lo que en política debe hacerse, aprendido del PRI. Hasta dónde llegará ese hibrido político ideológico lo dictará la perspectiva de los tiempos.
Un expediente de singular importancia es saber lo que sucederá con la clase política, porque, en su cuarta transformación ¿MORENA entregará al país una nueva clase política? No es pregunta ociosa, pues, sin ánimo de generalizar, al menos en Veracruz el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) no ha incorporado a sus filas y al presupuesto público a elementos dignos de ser considerados como una regeneración que mejora la clase política, esa de la cual los mexicanos ya estamos empachados. Vale la prueba: Para formar la actual legislatura. MORENA postuló a Eva Cadena, Miriam González y Sebastián Reyes, por los motivos
que se quieran los tres ya están fuera de sus filas, pero por lo que han demostrado ninguno garantiza mejorar la tipología política en la entidad. MORENA ganó las alcaldías de Coatzacoalcos, Minatitlán y Xalapa, por enumerar solo tres, y a casi un año de estar en funciones sus titulares nada de bueno han entregado a sus mandantes, por el contrario, demuestran inoperancia y faltos de aptitudes para el cargo. Esperamos que los nuevos gobiernos emanados de Morena se constituyan a la altura de las circunstancias, de otra manera será más de lo mismo. En nuestros llanos cantan: “la misma gata, pero más revolcada”. alfredobielmav@hotmail.com
13- octubre-2018. |
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