La historia senatorial va a registrar que así van a ser los tiempos congresistas de la 4T, cuando el mandón Adán Augusto se hizo con la mayoría y con el voto del senador Miguel Yunes Márquez, la tortilla dio una vuelta y la patria volteó hacia el otro lado. No van a faltar ocasiones que alguien suba a la tribuna y llame traidor a Miguel o lo que se les ocurra. El asunto es que ayer un diputado panista, no muy conocido, no de los picudos, soltó una y Miguel Yunes no se quedó callado, desde su curul dijo que así había votado porque así quiso, por ayudar a la presidenta Sheinbaum y a México. Jamás dijo que a Morena. Luego le dijo al tipo con espíritu choleño: “Te voy a madrear”. Desde ese día esa cruz la va a cargar y solo ellos saben cuáles fueron las causas y el motivo por ir a entregar ese voto que cambió y cimbró al país. Ya algunos especulan que después de los retiros ilegales de las persecuciones en la fiscala carnala, les han patentado las alcaldías de Veracruz y Boca del Rio, para sus correligionarios o quienes decidan, otro especulan con muchas cosas más, pero como dijera León Felipe en su excelso poema ‘Sé todos los cuentos’: Yo no sé muchas cosas, es verdad, digo tan solo lo que he visto, y he visto que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre... ha inventado todos los cuentos. Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos... y sé todos los cuentos”.
Quizá eso, puro cuento.
UNA BAJA SENSIBLE (DE LA MADRID)
Asombró, porque nadie se lo esperaba, que cuando llegó Enrique de la Madrid Cordero con Joaquín López Dóriga, en el noticiero anunció que dejaba al PRI, un partido de su vida, donde su padre se encumbró a ser presidente de la República, y su madre, doña Paloma Cordero, una buena presidenta del DIF nacional, como se estilaba en aquel tiempo. Es una baja sensible, porque es un hombre de talento, listo, honesto, egresado de la UNAM y de la escuela de Gobierno JFK en Harvard, un hombre que sirvió a Enrique Peña Nieto en ese catastrófico sexenio, cuando el del copetito tuvo la oportunidad de gobernar bien y gobernó con una gran deshonestidad, sobre todo con su secretario de Comunicaciones, Gerardo Ruiz Esparza, a quien llamó la revista Proceso, Esteta de la corrupción. Allí el plumaje de Enrique pasó y no se manchó, entregó buenas cuentas como secretario de Turismo y se fue a buscar una candidatura que no se dio, y que bueno por él, porque nadie ganaba esta elección que pasó. Lo conocí un par de veces cuando vino a Orizaba, entre una cena y otra platica en el Teatro Llave, donde daría conferencia, hablamos de su padre y madre, del tiempo pasado cuando él mismo, más joven, caminaba por Los Pinos y allí comenzaba a forjar un futuro, Dijo una verdad, tengo que trabajar porque hay que vivir honestamente, y él jamás salió acusado de corrupción. López Dóriga le dijo que era el mejor candidato, cuando la época de Xóchitl. Un desaire para Alito, que cada vez se está quedando más solito. |
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