México es pueblo campeón en solidaridad. Lo hemos demostrado a través del tiempo y de los años. Cuando el temblor del 85, la primera gran tragedia que se nos presentó, cuando casi medio México se destruyó, y hablaban en el mundo que México había desaparecido, al menos en España eso decían. No había la tecnología de ahora, ni los celulares tan activos y todo lo que medio nos enterábamos se lo debíamos a Jacobo Zabludovsky, que él si con un radio portátil se enlazaba y través de XEW y Televisa nos mostraba todo el sitio donde se habían caído los grandes edificios y hoteles como el Regis, donde murieron muchos veracruzanos. Jamás se supo cuanta gente murió. Algunos hablaban de 20 mil, otros de más. Dejó una huella, sobre todo en el gobierno, donde el presidente Miguel de la Madrid se apanicó y fue cuando brotó el apoyo de toda la gente, los vecinos rescataban a sus vecinos bajo tierra. Nacieron también los Topos, una organización de mexicanos que buscaban bajo las losas a la gente. Esos Topos años después el mundo los llamaba cuando había terremotos o temblores con caídas de edificios.
Fue cuando se formó y nació aquello que Carlos Monsiváis llamo la ‘Sociedad Civil’.
EL DE IZTAPALAPA
En Iztapalapa, como anteriormente cuando un vagón de la línea 12 del Metro descarriló y mató gente, las personas y vecinos llegaron rápido. En Iztapalapa fue peor, porque se luchaba contra el fuego de gas y hay historias que cuenta la televisión de gran heroísmo en la Zona Cero, entre ellos mismos o la gente que llega y no precisamente son familiares, a brindar ayuda.
El caso más mencionado es el de la abuelita que cubrió a la nieta y logró salvarle la vida, aunque la de ella esté en peligro. Luego, cuando corría con la nieta, un policía, Sergio Ángel Soriano, la ayuda y este policía se la pide, la carga en sus manos y logra conseguir transporte en moto para llevar a la bebé a un hospital, allí está luchando por su vida.
La televisión, que ha cubierto todo entre todos los canales, como una buena competencia informática, relatan reseñas de cómo se fueron quemando o salvando a la gente a la que alcanzó el fuego.
Pero lo que impacta y emociona y se agradece, es la gente que llega de fuera a los hospitales, llevan tortas, pambazos, refrescos, agua, víveres y todo de sus ahorros y bolsillo, para compartir con las familias que están formadas afuera de los hospitales y que tengan desde café hasta un poco de alimento.
La autoridad ha estado presente. La compañía gasera ya se dio como responsable y pagara todo.
Al cierre de esta historia que cuento, son ya 10 los fallecidos y 90 hospitalizados.
La extraordinaria Fundación Michou y Mau, de la gran Virginia Sendel, anunció que está lista para, si es necesario, trasladar a algún quemado a Galveston, Texas, donde su Fundación tiene convenio de ayudas con Shriner Hospital for Childrens, que son especialista en niños quemados.
Todos están conmovidos. Fue un golpe a México víspera de un 11 de septiembre, que ya para el país es fecha trágica.
Oremos por ellos, y que la ciencia médica y Dios los sigan cuidando.
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