Por: José Miguel Cobián
Platicaba con un buen amigo sobre el presente y futuro del país. Veíamos como día con día suceden cosas que no deberían de pasar, pero que como pasan todos días, los mexicanos ya vemos como normales.
Por ejemplo, la posibilidad de ser asaltado en la calle o en la casa, cada día es mayor. O secuestrado, o asesinado o simplemente sufrir un robo o ser víctima de cualquier otro delito.
Mi interlocutor mencionaba que ahora más que nunca está desilusionado de la forma de actuar de la presidencia de la república, pues su actuación es la de un tirano. Yo le comentaba que no es anormal que un presidente mexicano actúe como tirano, si gobierna al pueblo de México.
AMLO ejerce el poder de una manera más honesta que otros presidentes. Exhibe sin ningún decoro el arte de ser el poseedor de todo el poder de México, y lo ejerce sin limitación alguna. Lo mismo chantajea a un ministro de la suprema corte, y luego perdona todos sus delitos patrimoniales, cuando renuncia, que libera a uno de los líderes de grupos criminales más buscados, y lo confiesa ante toda la nación sin el mínimo escrúpulo y sin la mínima consecuencia.
Yo comentaba que en este gobierno, como pocas veces en la historia de México tenemos a un gobierno espectador. Es un observador de la realidad nacional, que nada hace por modificarla, ni para bien, ni para mal.
Que el crimen aumenta día con día…. Observemos y anotemos, para luego decidir que cifras vamos a informar. Que el robo de combustible sigue a la orden del día. Observemos y anotemos para luego decidir las cifras que vamos a informar. Que la pandemia continúa expandiéndose, pues lo mismo, se observa y no se toma ninguna medida…. Y luego deciden que informar. Si se trata del deterioro económico, también pasa lo mismo, se observa, se mide, se conoce la magnitud del daño y luego se decide que cosa se va a informar.
Desconozco si el gobierno federal y muchos estatales no tienen la menor idea de que hacer para resolver cualquiera de los problemas enunciados, o cuando menos reducir los efectos en la población. O si a propósito no se hace nada porque el presidente de México considera que él y solo él debe decidir que hacer con el presupuesto del país. Y si él prefiere ocupar el dinero en otros proyectos, ya sea los clientelares para comprar conciencias de mexicanos, o los proyectos faraónicos con los que pasará a la historia, pues es su decisión y lo que requiera México y los mexicanos es irrelevante. Es el dueño de la nación por seis años y así ejercerá.
Tampoco es que sea novedad y los anteriores se hubieran preocupado mucho por México y su futuro, pero cuando menos había un poco más de decoro, y preocupación
por las masas. Hoy no lo hay porque se cree que los apoyos económicos y el bla bla bla cotidiano del show de la mañanera bastan para lograr perpetuarse en el poder. O quizá el plan sea en serio desconocer o debilitar al INE para robarse las siguientes elecciones.
Me dice mi amigo que el problema es que las autoridades no actúan, y tienen la obligación de actuar, que es un problema de los políticos mexicanos eso de llegar y robar. Yo le contesto que es un problema de la cultura de los mexicanos. Ayer un mexicano no era nadie, hoy es un diputado local, federal, empleado del gobernador del estado o de la federación y actúa exactamente igual o peor que los políticos anteriores. Eso demuestra que el problema es de los mexicanos, no de los políticos.
Me dice que una autoridad de seguridad recibe dinero y prebendas del crimen organizado. Yo le contesto que es muy probable, y reprobable. Pero también hay muchos mexicanos que reciben dinero del gobierno y eso hace que no exijan absolutamente nada en cuanto a la inacción o malas acciones del gobierno en turno.
Esos que te dicen que ¨antes¨ no reclamabas, son los mismos que ahora no reclaman. Es decir, todo depende del lugar que ocupes en la jungla que es México, pero la inmensa mayoría se vende al mejor postor. Cada uno de esos que hoy no reclaman el mínimo error del gobierno, son los mismos que si ocuparan un puesto publico, venderían sus servicios al mejor postor, solo que la cantidad de dinero que reciben es diferente.
En México se aplaude al gandalla, al abusivo, al que aprovecha su fuerza contra el débil, y se le reconoce como ingenioso. En otros países se aplaude y reconoce a quien mas se esfuerza en su trabajo, socialmente se reconoce a quién con su esfuerzo y dedicación ha logrado un mejor nivel social. Esa es la gran diferencia.
El título de este artículo menciona que México merece todo lo que le pase, y es precisamente por eso. Porque los mexicanos actuamos muchos papeles, pero el único papel que nos negamos a ejercer es el de ciudadanos. No nos atrevemos a exigir un mejor gobierno. No nos atrevemos a demandar que eso que jamás debería pasar, pasa todos los días.
Desde antes de la invasión Azteca a los pueblos del altiplano, la jerarquía en todas las tribus y pueblos obligaba a una sumisión absoluta al gobernante. Los pueblos mesoamericanos estaban en la edad de piedra cuando llegaron los españoles. Las ideas de la ilustración, de la democracia y la del valor de ser ciudadanos jamás permearon en nuestra cultura popular. Los abusos de los poderosos hicieron que el pueblo se convirtiera en callado y taimado. Robar cuando podía, tranzar cuando podía y someterse el resto del tiempo. Hoy nada ha cambiado.
Hay grupos sociales completos especializados en robar combustible. En saquear vehículos accidentados, y en traficar con productos ilegales. Lo más grave, es que con la ausencia de gobierno, todos los problemas se agravan y caemos en una anarquía que promueve a fin de cuentas, como única solución una dictadura de mano dura para poner orden.
Mientras que en Estados Unidos fueron colonizados por Calvinistas, cuya filosofía es que Dios a al expulsar del paraíso a Adán, lo castigó con ganar el pan con el sudor de su frente y por ello son trabajadores y ahorrativos. A toda mezoamérica la conquistaron los españoles católicos, cuya filosofía es que un rico no llegará al reino de los cielos, pero buscan desesperadamente la riqueza sin trabajar para obtenerla. Si de por sí los pueblos nativos eran sumisos al monarca, la religión que nos tocó seguir también promueve lo mismo: conformismo y esperar a morir para tener una recompensa. Todo ello combinado da como resultado al mexicano actual, ese que no creía o no cree poder contagiarse de Covid, pero que cree a pie juntillas un anónimo que receta alguna yerba para protegerse del virus.
O peor aún, somos gobernados por personajes que piensan que un ¨detente¨ o unas nanomoléculas de cítricos los protegen de la enfermedad. Si ese es el nivel cultural del gobierno, no podemos esperar muchas soluciones y si ese es el nivel cultural del pueblo, tampoco podemos esperar muchas soluciones desde abajo.
Por ello, seremos uno de los países más afectados por el COVID, por ello sufriremos a lo largo del sexenio, los mayores índices de inseguridad y seremos de los últimos países, en recuperarnos de los efectos de la pandemia. Seguimos viviendo en la edad de piedra, colocando conquistó a los aztecas el odio del resto de las etnias, coordinados por Hernán Cortés.
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