Uno puede conocer personajes que, a través de los siglos y la historia, no se les ha dado el reconocimiento que merecen. Ha ocurrido con algunas figuras mexicanas, uno de ellos fue Porfirio Díaz, a quien la historia mexicana un día lo arrojó al destierro y no hay calles ni estatuas ni nombres de nada, como si hubiera pasado de noche por la historia, aunque en Orizaba se atrevieron a hacerle una estatua de general, y algunos rabiaron. Otro personaje lo es Hernán Cortes, que solo en Veracruz tiene una calle a su nombre, pero cero estatuas. Las estatuas, decía el escritor Carlos Fuentes, solo sirven para que las caguen las palomas, y en el mundo, en Estados Unidos comenzó un zipizape por destruir las estatuas de los confederados, cuando ese país se partió en dos en la Guerra de Secesión. A mí me tocó en España cuando las estatuas del dictador Franco se fueron a dormir el sueño de las bodegas, una última de ellas, con el general a caballo, quedaba en Santander y hasta allá fueron por ella. Al igual que años después movieron su cadáver del Valle de los Caídos, su sepulcro eterno, y lo enviaron a un sepulcro particular. A los dos, a él y a Primo de Rivera en una Cruz de 150 metros y una Basílica horadada en la montaña. Comento esto porque ayer caminé por el bello Palacio Municipal de Orizaba y el alcalde JM 10, mandó construir una pequeña estatua en un pedestal pequeño de madera, si así se le puede llamar, de la Malinche, conocida como Malintzin, la mujer que sirvió de guía a Hernán Cortés y que como interprete terminó siendo su amante y esposa con un hijo, el primer mestizo de América, volveré a leer a Bernal Díaz del Castillo, se casó aquí cerca de Orizaba, en Huiloapan, y nadie la había rendido homenaje hasta que se le ocurrió al alcalde orizabeño. La estatua pequeña y una placa se exhibe en el patio de Palacio Municipal. Dice: “Se asoma desde la perspectiva histórica. Para ser ubicada en el justo lugar, como una fundadora de la nación a la que hoy pertenecemos. Símbolo del mestizaje en México”.
LA DE NACHO CANO
Pero quien si le rinde homenaje histórico es Nacho Cano, aquel músico de Mecano, sucede que hace poco que anduve y andé en España, me recomendaron fuera a ver Malinche, un musical tipo Broadway presentado en Madrid. Pues allá fuimos para salir asombrados de que es todo un show musical al estilo de los de Nueva York. Nacho se sublima y sublima a nuestra Malinche, que los historiadores nunca nos la han quitado como madre del Mestizaje. Malinche es una obra maestra que ha cautivado al público desde su estreno en Madrid el 15 de septiembre de 2022. Este musical rompe barreras al fusionar dos géneros musicales aparentemente opuestos: el flamenco y el baile urbano. Pues allí me tenéis viendo y admirando la coreografía y enalteciendo a esta mujer indígena, Nahua nacida en Coatzacoalcos, paisana veracruzana. Con decirles que, al final, todo el escenario lleno se pone de pie a gritar, con los músicos y artistas, el grito de México, México, y la piel se pone chinita porque, en su mayoría son españoles gritando ese grito de México. Cobró más realce porque se suscitó un escándalo, el gobierno de Madrid, algunos, mandaron detener a Nacho Cano y varios artistas mexicanos porque, acusaban que eran inmigrantes mexicanos, ¿y de dónde querían que fueran, ni modo que de Turquía?, eran mexicanos artistas, nada de indocumentados, para eso se necesita talento, para bailar y cantar. La obra que es un éxito viene a México y, cuando puedan, dense una vuelta a verla. Se van a asombrar de esa Malinche. Así como ellos una vez de hace muchos años nos conquistaron con sus soldados a caballo, así les estamos conquistando con ese público que admira a la Malinche mexica.
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