Unos llegaron barriendo home, como en el béisbol. Otros, con casa llena y al bat se ponía el japonés Ohtani, de los Dodgers de LA, ese metía el batazo y a anotar. Eran los diputados y senadores de la 66 bancada. Unos trascendidos aseguraban que se escondieron allí mismo, cobijados por sus padrinos en ese salón donde la patria se alumbra y nace cada mañana. Javier Corral era uno de ellos, pero él traía doble cobertura, el presidente AMLO por un lado y el fiscal interino de CDMX, familiar de la Batres, por el otro lado. El presidente señaló que lo de Corral era una venganza política de la gobernadora de Chihuahua, mismo caso que se dio cuando a Miguel Ángel Yunes Márquez lo quisieron hacer out sin llegar a home, venganza política del gobernador y la fiscala carnala, que lo querían apañar para que no protestara como senador. El tercero en el orden al bat era Ricardo Anaya (Riki riquín, canallin, le cantaba AMLO en el debate), exiliado desde hace años el panista vivía, no a salto de mata, vivía en el extranjero en espera de que la composición política cambiara y pudiera llegar a ser senador plurinominal. La última, la aguerrida Lilly Téllez, quien llama comunista a Claudia Sheinbaum y a Noroña, el Changoleón. Ellos eran una piedra en el zapato para sus opositores. Por Veracruz llegaron al congreso de los diputados, muchos de Morena y aliados, Lorena Piñón del PRI, Javier Herrera Borunda, del PVEM, y la muy peleadora Mary José Gamboa, con cuatro elecciones al hilo ganadas, y al senado, Chikiyunes pasó la frontera de la persecución y los acosadores se quedaron cómo Carlos Alcaraz, que en el abierto neoyorkino del US Open, aun anda buscando el auto que lo atropelló y en tres sets su oponente de Países Bajos lo dejó viendo estrellas, a quien es el número 3 del mundo y todos lo querían ver en la final contra el serbio Djokovic, pero la vida es así, C’est la vie, diría un francés. Bien lo dijo alguna vez John Mc Enroe, cuando dirimían quién de los tres era mejor, si él mismo o Jimmy Connors o Bjon Borg. Mc Enroe dijo que, quien mejor estuviera de la mente, ese ganaría el juego y los torneos. Eso le pasó a Alcaraz, se le atravesó la bruja de Chacaltianguis en el coco y no pudo nunca concentrarse, porque el rival no era un rival para vencerlo, era un adversario a modo, pero cuando tienes una mala tarde, como los toreros, hay que rumiar la derrota. No por algo Carlos Alcaraz, a sus 21 años, cerró la conferencia de prensa con este comentario: “No sé controlarme, no sé cómo gestionarlo y eso es un problema. Vengo a esta gira y es como que he dado pasos hacia atrás. Cómo que mentalmente no estoy bien, cómo que no estoy fuerte”. El diario El País relató: “Una raqueta hecha trizas en Cincinnati y un brusco derrapaje en el US Open”. La historia registra que, desde el Open de 1999, nunca el Grand Slam se había quedado sin tenistas españoles en tercera ronda. Ni hablar. |
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