Anoche mismo Ciro Gómez Leyva se despidió de su noticiero nocturno. Ya trascendía que se iba a vivir a Madrid y que en las mañanas transmitiría para Radio Fórmula y para Imagen por las noches y haría reportajes y escribiría en Excélsior, como antes lo hacía en Milenio. Se va porque Ciro vive una vida nada envidiable, desde el atentado a su vida, que por poco le cuesta la muerte, y que el mismo rufián que disparó presumía que él estaba en la cárcel porque no lo había matado, porque vivo empezó a joder, decía, pero muerto ya no tendría voz en los noticieros. Reflejo de este México brutal donde vivimos, cuando los abrazos aún siguen fastidiando a medio país. Desde aquel tiroteo a la cabeza, que lo salvó la camioneta blindada, Ciro no tiene vida. Y más ahora que ya no está en el poder ya saben quién, se sospecharía que es más fácil volver a atentar en su contra, porque no hay a quien echarle la culpa. En la cárcel están todos los implicados, incluido al jefe del operativo, pero ninguno ha hablado y dicho por qué lo querían muerto y quien pompó ese operativo y nada han hablado. La omertá, la ley del silencio u omertà (en italiano: omertà [omeɾˈta]) es el código de honor siciliano que prohíbe informar sobre las actividades delictivas consideradas asuntos que incumben a las personas implicadas. El silencio es cómplice. Y la vida de Ciro casi transcurre entre cuatro paredes, hace cosa de nada exhibieron un video donde caminaba en la calle con ropa de civil, sin traje entre dos guaruras, uno adelante y otro atrás. Y eso no es vida, manito, diría Kamalucas, una gente de mi pueblo. Es al único comunicador de esa talla o de ese nivel, que atentaron en su contra. Siempre se sospechó del poder, no que el preciso lo hiciera o mandara a hacer, pero con tantas menciones de odio en las mañaneras, Ciro debió entender que siempre hay algún crápula que quiere hacerle el favor al jefe y quedar bien. Los ajustes en los noticieros a la orden del día. Paola Rojas va en las mañanas en un enroque y Nacho Lozano suple a Ciro por las noches. Es una lástima, todos los buenos están siendo expulsados o huyendo por el miedo. Azucena ya no se le ve en las noches, y ahora Ciro; el que ha aguantado estoico (¿Qué demonios será estoico?) es Joaquín López Dóriga, que le arriaba duro todos los días que le reviraba al presidente en las mañaneras, cuando se metía hasta con su familia, porque el presidente nunca tuvo respeto por la familia, se quejaba Joaquín, era como un huracán, cuando llegaba arrasaba con todo. Larga vida Ciro, por allá n |
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