Por Inocencio Yáñez Vicencio.
Descontextualizar cualquier principio o teoría es vaciar lo de su contenido. Para empezar quiero dejar claro que entiendo por principio una idea guía. Con la teoría nos referimos a cómo son las cosas o fenómenos de que hablamos. Hablar por ejemplo de la teoría democrática, cómo lo hace Enrique Krauze, historiador que respeto, pero que no comparto su método, omitiendo el contexto en que surgió, es degradarla a ocurrencia. La democracia griega fue una creación de hombres libres. En ella no tenían cabida ni los esclavos ni los metemos ( extranjeros que residian en Atenas) ni las mujeres. Fue una democracia de individuos que se asentaba sobre un régimen esclavista, excluyente por antonomasia. La democracia ateniense en el seno de las capas libres, como un anhelo irrenunciable a una plena libertad. En el seno mismo de las clases esclavistas se engendran contradicciones que se alguna manera se exteriorizan. Si bien es cierto que en toda forma de dominación existen dos clases fundamentales, estás se reaccionan y también aparecen grupos y residuos de anteriores modos de producción. Esa lucha de clases llevó a Solón a realizar reformas contra la esclavitud por deudas y otra formas de opresión, que allanaron el camino a la irrupción de Clistines para fundar la democracia como negación de la tiranía. La democracia fue interrumpida por la tiranía de los 30 y después por la tiranía de los 400, antes de eclipsarse. Grecia también tuvo el régimen de Esparta, que no fue democrático. Por eso, en rigor, deberíamos hablar de democracia ateniense.
La República romana surge cuando el último rey, después de un levantamiento, es reemplazado por dos cónsules. La República es sustituida por el imperio ( que le llaman así por la aberración que tenían hacia la monarquía), cuando las instituciones limitantes del poder se convierten en un estorbo. El senado se conserva de fachada. Las legiones condensan tanto poder que imponen sus mandos. Mario, Sila, César, únicamente muestran hacia donde gravita la toma de decisiones.
Falso que siempre se hayan complementado democracia y República. Ni Maquiavelo ni Montesquieu afirmaron eso. Maquiavelo en su libro El Príncipe es partidario de la monarquía, pero en su obra La primera década de Tito Livio, es vehemente partidario del gobierno republicano. Cree que para lograr la unidad de su patria se necesita un gobierno fuerte. Montesquieu, se decanta por la monarquía equilibrada, por eso defiende la persistencia de los estamentos y la venalidad de los cargos, como formas de quitarle poder a la Corona.
Las Repúblicas que aparecieron en el Norte de Italia, en el renacimiento, fueron elitistas. Los electores, donde había elecciones, eran los grandes, los señores.
Otra cosa que hay que subrayar, es que la democracia antigua es muy diferente de la democracia de los modernos. La democracia antigua no admitía prácticamente la representación. Únicamente tres cargos eran electos, los otros eran sorteados. El mismo Rousseau no admite la representación, es decir, está en contra de que halla gobierno.
La democracia representativa, no es otra cosa que la separación del poder de la sociedad. Mientras que en la democracia ateniense el poder deriva de la deliberación, la discusión, el debate, el consenso, el acuerdo, con miras a resolver los problemas comunes a los hombres libres: el poder representativo desencadena una lucha por alcanzarlo y retenerlo, que da origen a justificar todos los recursos que hacen posible su adquisición, para ponerlo al servicio de las clases sociales que directa o indirectamente lo controlan o en beneficio del grupo que podrá tener autonomía respecto a un o unos miembros de la clase dominante, pero no a su masa, a la cual termina sirviendo.
El que el poder se encuentre separado de la sociedad ha dado lugar a la necesidad de pensar en como limitarlo, en mayor grado que si su sede estuviera directamente en la sociedad. Grecia conoció el ostracismo y otras formas de frenar el abuso y la corrupción, pero al depositarse la toma de decisiones en representantes, los riesgos a la arbitrariedad se potencializaron, por lo que hubo urgencia de rescatar las teorías de equilibrios del poder en Aristóteles, Polibio, Cicerón. En la teoría del gobierno mixto de Polibio. En el principio del justo medio de Cicerón. En toda la tradición republicana. John Locke, considerado el padre del liberalismo, rescata la teoría del equilibrio de poderes, que desarrolla Montesquieu. Los fisiocratas aportan el dejar hacer dejar pasar, para combatir el absolutismo el Estado merccantlista y protector en materia económica, pero en el campo ético político, es el constitucionalismo el que condensa la técnica de los límites del poder. El poder limitado antes que nada por el derecho, que al producirlo se somete a él. Con la teoría de la división de poderes y los derechos individuales, reconocidos y garantizados, se protege la libertad y los bienes de las personas.
El liberalismo no surge de la mente de iluminados o de la naturaleza o de alguna divinidad. Recordemos que la Iglesia Católica siempre lo combatió ferozmente. El liberalismo nació para defender un espacio del individuo como intocable e invadivle por parte del Estado y un conjunto de derechos, que jamás se sometieron a la democracia, porque se consideraron desde las formulaciones de Virginia en 1776 y en Francia en 1789, naturales y anteriores al Estado, elevandolos a fin del Estado. Es Kant quien sostiene que el fin del Estado es la realización del derecho. Por cierto que Kant no era partidario de la democracia.
El liberalismo es el reclamo de la burguesía por una libertad para producir y comerciar sin interferencia del Estado y se vuelve universal al combatir por la libertad de siervos que necesitaba para crear un mercado laboral y poder establecer un régimen de explotación salarial, despojando al trabajador del excedente que acumula al reinvertir y capitalizar.
Cómo la burguesía no es una clase universal sino la parte que vive de explotar a los trabajadores, hubo de esforzarse en adoctrinarnos de que el Estado liberal es un Estado neutro, de que la ley expresa la voluntad de todos, de que es suficiente la libertad frente a la ley, que todos nuestros males vienen del gobierno, que la sociedad está únicamente dividida entre gobernantes y gobernados, que la peor profesion es la política, que en un plano de igualdad contratan patrones y obreros, que el sistema liberal es la estación terminal...
Para poner fin a la mascarada en que vivimos, lo primero que tenemos que hacer es levantar el velo que han puesto la clase dominante y sus lugartenientes sobre las clases subalternas.
En México, con la suplantación que hizo Morena de la izquierda, el panorama se torna más complejo. Morena se montó en la campaña que desde hace lustros realizan patrones, curas, artistas, seudointelectusles, escuelas confesionales... contra la política, para trasladar la toma de decisiones trascendentales del Estado al mercado, haciendo política atacando la política y atendiendo asignaturas pendientes que la derecha y la claudicación ya habían borrado de su agenda. Se complica la lucha porque siempre habrá más posibilidades de agrupar a las fuerzas emancipadoras en una República que en la dictadura que han instalado las hordas morenistas. Justamente por eso es válido que las fuerzas patrióticas y democráticas defiendan el liberalismo, pero no como estación terminal. No como fin de las ideologías o como fin de la historia sino porque es más racional que un régimen que nos regresa al poder personal y concentrado que aplasta la crítica y las alternativas.
Hace varios años llegué al liberalismo social por don Jesús Reyes Heroles. Morelos, Ponciano Arriaga, Ignacio Ramírez...fueron más allá del liberalismo decimononico. Por Bobbio conocí la obra de L. T . Hobhouse, que nos enseña que hay un liberalismo abierto al futuro. El mismo Platón, cuando nos dice que la justicia consiste en dar a casa uno lo suyo, se adelanta a la teoría de la plusvalía que desarrolló Carlos Marx. En un extraordinario trabajo del español Ricardo García Manrique, que titula La libertad de todos, publicado por el Viejo Topo, en España, en 2013, partiendo de los derechos individuales arriba a los derechos sociales. Para todos estos pensadores los derechos individuales son una realidad para los poderosos pero no para los desposeidos porque mientras no existan las condiciones materiales para concretarlos serán una quimera, cómo lo previeron nuestros constituyentes de 1917.
Para no seguir abonando a favor de los destructores de la República y la democracia, tenemos que librar, antes que cualquier otra cosa una batalla de deslinde conceptual e ideológico. Es una pena que, por ejemplo, los mismos que se dicen adversarios de Morena, llamen a la Reforma que acabó con la Supremacía Constitucional, supremacía constitucional, cuando es la negación de esta categoría de la teoría constitucional. Los vándalos nos están despojando hasta del vocabulario.
Todo el colabora con el contrario es un traidor y siempre será un despreciable. No , no puede haber gente buena entre los destructores de la República y las instituciones de control y quienes se han sumando a los morenos en calidad de actores o aplaudidores, pero tampoco en quienes quieren subirnos en una torre babeliana.
En el pasado, lo repito y no me cansaré de hacerlo, tuvimos gobiernos principescos, que se trajeron servidumbre, que sólo hay que ver qué llegaron con una mano atrás y otra adelante y al terminar les aparecieron residencias en las Ánimas y grandes negocios y por no ser auditados presumen de honorables, como si no tuviéramos memoria, que sin duda alguna fue irritación que abrió el camino a Morena, pero 0h paradoja! hoy no quieren saber nada del PRI.
Hay que reconocer que la batalla por el deslinde ideológico pasa por poner cada cosa en su lugar, incluida la basura,
Queramos o no la democracia hoy se hace por medió de los partidos o no se hace. La oposición le puso en frente a Claudia una persona a modo para que la candidata oficial se viera de izquierda, laicista, culta, benefactora.... No obstante, no queda de otra que luchar por rescatar al PRI y al PAN de las bandas que los controlan para que vuelvan a ser instrumentos de los ciudadanos. Ni el PRI puede seguir con esa camisa de fuerza que actualmente tiene, ni le PAN puede continuar muriendo entre generadores de Iturbide y neopanistas que lo marcaron de escándalos del ISSSTE, Pemex, el IMSS y García Luna o con Fox, con los negocios de los hijos de Martita. Recuerda Riva Palacio: ser o no ser.
Vamos por una crítica pero también que sea autocrítica, sólo así demostraremos que hemos aprendido de los herrores y nos pondremos a salvo de los charlatanes y oportunistas. |
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