Los días, después de la elección venezolana, transcurren en favor del dictador gorila, Nicolás Maduro. Día que pasa, día que las tensiones van bajando. Unos lo ven ya como cadáver, asilado en Rusia o Cuba o en el mismo México, aunque aquí no le recomendamos que venga, no podría salir a la calle so pena que le griten Gorila y otras lindezas, más si va a un restaurante como agarraron a nuestra jefa de la Conade, la corredora Ana Guevara, comiendo opíparamente, diría un clásico, en Au Pied de Cochon en París (cuya traducción es A los pies del cochino o La pata de cochino), mientras a los deportistas les negó los apoyos económicos y la mayoría terminaron despreciando, o al menos le replicó la deportista olímpica, y presidenta del COM mexica, Mary José Alcalá, que le hizo una crítica dura. Ana Guevara veía rateros en todos lados, menos en su entorno. Y comer en Au pied de Cochon no es la gran cosa (existe uno en México desde hace 20 años, opera en el hotel Presidente-inter-Continental de Polanco), hay restaurantes más pirruris y caros en París, uno que te ponen hasta diez cubiertos y cuando quieres empezar, te preguntas por cuál empiezo, cuál tomo, aunque el librito dice que tomes el de la orilla, cuando anden en estos líos. Busqué mis archivos parisinos y encontré que, hace apenas un par de años, con unos kilitos de más, el menú de ese afamado restaurante estaba en 17 y pico de euros, una comidita corrida como se estilan aquí en las fondas orizabeñas. Uno en Madrid puede comer de todos sabores, platillos y precios, por ejemplo, en La Bola, donde hay que reservar y presumen que hacen los mejores cocidos madrileños del mundo, un plato que te atarantas cuesta 21 euros, unos 400 y pico de pesos mexicanos, pero con eso tienes para que te dé hambre hasta el otro día. Pero estaba en Venezuela, CNN en español ha seguido los pormenores de la clavada olímpica que se dio Maduro y su flota, haciendo trampas, para asegurar que el pueblo lo quiere y votó por él, pero la oposición ya le subió las actas a las redes y dicen lo contrario, que quedó atarantado con la numeralia que vio y eso que tenía un Bartlett venezolano, que tiró el sistema y comenzaron a culpar a hackers de otros países. Así son los dictadores, este tiene el sueño bolivariano de quedarse como en Cuba, hasta que la muerte pise su huerto. La presión internacional sigue, pero pocos dan por descontado que se rendirá este gorila, mientras a seguir en los olímpicos, pero sin dejar el apoyo a ese glorioso y valiente pueblo venezolano.
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