BIEN PODRIA anticiparse –sin poseer una bola de cristal ni ser pitoniso-, que Alejandro Moreno Cárdenas pasará a la historia como el sepulturero del PRI, el histórico partido situado en el centro del espectro político nacional, fundado el 4 de marzo de 1929 bajo el nombre de Partido Nacional Revolucionario (PNR) por el expresidente Plutarco Elías Calles, el llamado Jefe Máximo (al que un futuro ex presidente busca emular). Ya en 1938, el ex partidazo fue reconstituido como Partido de la Revolución Mexicana (PRM) por Lázaro Cárdenas del Río, y en 1946 fue refundado por Miguel Alemán Valdez adoptando su nombre actual. Sin duda, fue el partido gobernante en México durante setenta años consecutivos, de 1930 a 2000, aunque en 1988 sufrió su mayor escisión con la separación de la Corriente Democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo y Ifigenia Martínez que derivó en la creación del Partido de la Revolución Democrática, recuperando el poder en 2012, cuando todos lo daban por muerto, gobernando otros seis años hasta que Enrique Peña Nieto le entregó la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador que, en reciprocidad le respetó el acuerdo de no persecución pese a acusaciones de corrupción que llevaron a prisión a varios ex colaboradores, pero el oriundo de Atlacomulco, Estado de México mantuvo su condición de intocable como hasta la fecha. Ahora bien, Alito Moreno Cárdenas asumió la Dirigencia Nacional del PRI en 2019, tras haberse reducido ese instituto a mínimos que eran impensable décadas atrás, y desde su arribo, aunado a las renuncias de cuadros importantes y disminución de militancia que se presentaron, la presidencia del tricolor ha estado en constante crítica debido a que se disminuyó la relevancia del partido a nivel nacional.
Y SOLO PARA entender lo que se vive en ese partido que se asumió como heredero de la Revolución Mexicana desde que asumió la dirigencia el campechano Moreno Cárdenas, es menester destacar que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha obtenido el control en Estados claves de México desde su creación) por un ex priista como Andrés Manuel López Obrador), intensificando la crisis al interior de lo que fue un partido hegemónico. De esa manera, en las elecciones de 2021, el PRI perdió las gubernaturas de Sonora, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí, Tlaxcala, Colima y Campeche (tierra del dirigente que ahora se quiere perpetuar en el poder). Posteriormente, en el proceso electoral de 2022, el tricolor siguió perdiendo terreno adicional al ceder Hidalgo y Oaxaca, aunque ganó la gubernatura de Durango, y ese patrón de derrotas continuó en 2023 con la pérdida del Estado de México, históricamente un bastión priista, que pasó a ser gobernado por Morena a partir de septiembre; sin embargo, el PRI logró conservar Coahuila, su último bastión significativo y que administró por 100 años ininterrumpidos desde 2029.
Y UNO se pregunta: si con semejantes derrotas, el rechazo generalizado de una militancia –o lo que queda de esta- que, para variar, le censura la corrupción que ejerció en Campeche, Alito puede recuperar al PRI, pues no hay que olvidar que Moreno Cárdenas fue denunciado en Abril de este año ante la Fiscalía General de la República (FGR) por el diputado Miguel Prado, Secretario de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), por un posible desvío de casi 4 mil millones de pesos, de recursos federales, ya que conforme a revisiones de la ASF, los ilícitos se habrían cometido entre el 16 de septiembre de 2015 y el 13 de junio de 2019, cuando “Alito”, como es conocido el líder priísta, fue gobernador de Campeche. La acusación se conjuga con probables actos de tráfico de influencias, desvío de fondos federales, hechos de corrupción, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, fraude fiscal, peculado, uso ilícito de atribuciones o facultades y operaciones con recursos de procedencia ilícita, y según las previsiones hechas de la gestión de Moreno Cárdenas, se han detectado 92 irregularidades entre 2016 y 2019 con énfasis en áreas de Salud y pago de nóminas; el perjuicio a la Hacienda Pública Federal sería por un monto que supera los 3 mil 941 millones de pesos, y entre otras observaciones está el presunto incremento en el patrimonio de Moreno Cárdenas y su familia durante su mandato como gobernador, el cual es desproporcionado respecto a sus ingresos declarados como servidor público, lo que quedó exhibido en la compra de propiedades millonarias. La presentación de la denuncia fue realizada directamente ante el Fiscal General de la República, Alejandro Hertz Manero, y la titular de la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción, María de la Luz Mijangos Borja.
EL PROPIO, ahora, ex fiscal general de Campeche, Renato Sales Heredia, desde agosto de 2022, solicitó el desafuero de Morena Cárdenas. Los argumentos precisamente se refieren al incremento en la riqueza patrimonial del actual dirigente nacional del PRI que quiere perpetuarse en ese puesto hasta 1932, y la disparidad de estos con sus ingresos como servidor público, y como el caso de desafuero quedó estancado desde entonces, la denuncia de Prado busca que el asunto se investigue en la Fiscalía General de la República, así como en la especializada Fiscalía Anticorrupción. Alejandro Moreno es actualmente diputado federal y líder del PRI, y a partir de septiembre será Senador por haberse agandallado el primer sitio en la lista plurinominal, pues como dirigente tuvo decisión sobre la lista de aspirantes a la cámara alta por la vía de la representación proporcional en la que se colocó a la cabeza, por lo que tiene asegurado un escaño que le garantiza, continuar con fuero constitucional e intocable.
POR ESAS y otras razones, Alejandro Moreno Cárdenas no debe seguir como dirigente nacional del PRI, salvo que su consigna sea la extinción de ese instituto al que muchos lo ven muerto, pero que como el Ave Fénix, suele renacer de sus cenizas cuando nadie lo espera. Sin embargo, con el campechano a la cabeza difícilmente ocurrirá ya que las desbandadas que se avecinan harán que el Revolucionario Institucional, al igual que el PRD pierda el registro en las próximas elecciones. La militancia tiene la palabra, y bastaría con que se organicen y echarlo a patadas del edificio de Insurgentes, lo mismo que a sus correligionarios en los Estados que no sirven para maldita sea la cosa. Los delegados nacionales serviles deben caer, paralelamente y dar paso a la refundación real del tricolor, si es que aún se puede salvar algo de lo que queda. Y es que, con la aprobación de modificaciones a los Estatutos, que incluye un transitorio que permite a Moreno buscar la reelección este año y extenderla hasta 2032, ya que lleva un periodo y le faltarían dos más, ese instituto estaría firmando su sentencia de muerte, salvo que haya un nuevo despertar. Aún están a tiempo de parar el surgimiento de un caudillismo partidario. OPINA carjesus30@hotmail.com
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