EN SU reciente viaje a Veracruz, el Presidente Andrés Manuel López Obrador vivió de todo: desde rechazo de productores de café de la región de Córdoba a su programa “Sembrando Vida”, al considerar los “cámpiras” que perderán más de lo que pudieran ganar ya que de acuerdo a quienes serían “”beneficiados”: “el proyecto está pensado para quienes tienen tierras ociosas y no para los que han trabajado por años el aromático, ya que tras los embates de la roya la mayoría de los productores levantaron sus fincas y ahora el plan les ordena la siembra de árboles frutales y maderables para verse favorecidos, hasta la consigna de: “miente, miente Presidente” de ambientalistas, bailarines, integrantes de organizaciones campesinas, y habitantes de San Andrés Tlalnehuayocan que viajaron al municipio de Coatepec para plantear sus demandas y no encontrar respuestas. Pero quizá lo que más sorprendió al Jefe de las Instituciones Federales fue la pregunta de un reportero cuando ya había abordado su vehículo que primero le recordó que a lo largo de su campaña y ya después como Presidente, aseguró que no permitiría el nepotismo, ese cáncer que tanto daño ha causado en el pasado a las administraciones, ya que Presidentes Municipales, diputados, Senadores, Gobernadores y ex Presidentes de la República han favorecido a familiares ya sea con puestos importantes o negocios, como si los espacios en el Gobierno fueran de su propiedad o, en el mejor de los casos, empresas privadas y no instancias de atención y servicio a la sociedad donde la familia debe estar ajena.
ASI, TRAS prepararlo inicialmente para el cuestionamiento, el comunicador soltó: -señor Presidente, aquí en Veracruz el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez tiene en un importante cargo en la Secretaría de Finanzas a su primo Eleazar Guerrero Pérez, y eso es ilegal. ¿Cuál sería su mensaje al respecto?- y el presidente, sorprendido, intentó salirse por la tangente como cuando le dicen ciertas verdades, y solo atinó a responder: “No vengo a eso ahora, no te puedo contestar a eso”, pero el periodista insistió: ¿y el nepotismo?, y AMLO no tuvo más remedio que soltar: -No se permite el nepotismo, no se permite-. Pero, insistió el interrogador ¿Sabía usted que el Gobernador tiene a su primo, Eleazar Guerrero en la Secretaría de Finanzas? –No, no sabía yo-.
PERO AHORA el señor Presidente Andrés Manuel López Obrador ya lo sabe. Ya sabe que Cuitláhuac García Jiménez tiene a sus parientes en el Gobierno, concretamente, a su primo Eleazar Guerrero Pérez en la subsecretaría de Finanzas y Planeación, allí donde se mueven los negocios más subrepticios, desde donde Javier Duarte de Ochoa comenzó a tejer su red de negocios turbios hasta acumular la fortuna que ahora posee, y que saldrá a disfrutar en poco tiempo tras dejar al Estado en indefensión administrativa. Fue desde ahí donde los compinches de Duarte comenzaron a construir el deterioro del Estado. Ahora el Presidente ya sabe desde que oficina se gestó la compra de patrullas “a raja tabla” a precios que parecieran Mercedes Benz, además de los medicamentos a una empresa ligada al súper delegado de Jalisco, Carlos Lomelí, quien ahora se sabe tejió una extensa red de empresas que en los últimos 13 años le han permitido obtener contratos por hasta 7 mil millones de pesos con 17 Gobiernos Estatales y el federal, entre otros el de Veracruz, esto a partir de una investigación del Periódico Reforma que documenta 21 sociedades anónimas y tres asociaciones civiles vinculadas al funcionario Federal, y que opera a través de familiares, socios y empleados, indagación en la que se añade que en la asociación civil Instituto de Prácticas de Microcirugía y Endoscopia, uno de sus socios es Ramiro López Elizalde, subdirector de Evaluación en el ISSSTE.
PERO EN Veracruz, Eleazar Guerrero es el caso más notable de nepotismo, porque hay muchos, muchísimos más en los cuales diputados, alcaldes, secretarios de despacho –como la de Trabajo- y el propio mandatario Estatal han colocado a familiares, hijos, esposos, tíos, hermanos, amasios. En suma, este Gobierno es una agencia de colocaciones donde hasta el más chimuelo masca fierro, y seguramente AMLO no lo ignora, aunque si fuera cierto que no lo sabía ahora ya lo sabe y debería tomar cartas en el asunto, porque lo que le acaban de demostrar es que Cuitláhuac García Jiménez no es el hombre honesto, honesto, honesto, honesto que él creía, sino honesto a secas, ya que lejos de seguir su ejemplo, al tener a sus familiares incrustados en el Gobierno, entre otros a los hijos de Eleazar Guerrero –hijo e hija- lo hace quedar mal y, peor aún, hasta lo evidencian. El asunto no es menor, ya que se trata de una de las promesas de campaña llevadas a la mismísima presidencia, algo que le volverán a reclamar a AMLO en su octava visita a Veracruz si es que no ordena lo pertinente.
PARA LOS que no lo saben, nepotismo es la preferencia que tienen algunos funcionarios públicos para dar empleos a familiares o amigos sin importar el mérito para ocupar el cargo, sino su lealtad o alianza. Es, en pocas palabras, favoritismo, y según la definición jurídica, en países donde se ejerce la meritocracia (en su concepción de darwinismo social), el nepotismo es generalmente negativo y se considera corrupción. Viene determinada por el propio empresario, propietario y gestor de los bienes de producción, en su propio interés y provecho. De acuerdo con el numeral 2 del artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de equidad, a las funciones públicas de su país”, por lo que el nepotismo violenta el derecho humano de acceso a funciones públicas de todos aquellos que se ven privados de oportunidades para competir justamente por un cargo público.
POR CIERTO, no debe haber sido nada grata la pregunta del reportero a seis meses de haber asumido el poder, con una confrontación no asumida contra Donald Trump y elecciones en seis Estados que le serán favorables, precisamente, por la actitud rijosa del mandatario norteamericano que le ha valido repentino respaldo, pero el Presidente Andrés Manuel López Obrador, se quiera o no aceptar, comienza a ver mermada su gran popularidad ante la dificultad para cumplir con sus promesas de crecimiento económico y mayor seguridad en el País, algo que se le está saliendo de control, a tal grado que el Banco de México y otras instancias fiduciarias del País han bajado sus pronósticos de crecimiento para México, incluso a 1.0 por ciento desde 1.4 por ciento, mientras que en materia de seguridad, la violencia se ha enseñoreado con el País rebasando las cifras de muertos en los primeros cinco meses de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Así las cosas…OPINA carjesus30@hotmail.com
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