El sábado circuló un video en el que una mujer le pide al Presidente Andrés Manuel López Obrador enviar a militares a su comunidad para asegurarles protección, ya que son víctimas de la delincuencia que les acosa y asesina, pero el titular del Ejecutivo Federal le respondió que “el Ejército no se usa para reprimir al pueblo”, por lo que ante tal aseveración se escucha la voz de un varón que lo increpa: “carajo, ¿el narco es pueblo? Y la respuesta de AMLO fue desconcertante: “sí, es pueblo, todos los seres humanos”. Y viéndolo desde el sentido evangélico del mandatario, sin duda tiene razón: todos son –o somos- seres humanos que formamos parte del pueblo, aunque partiendo de la teoría del jurista, político, filósofo y escritor romano, Marco Tulio Cicerón, “pueblo es un conglomerado de personas que viven regidos por leyes”, y en ese sentido, todos los que se ubican fuera de la ley, por ese solo hecho dejan de ser pueblo, luego entonces, la delincuencia, por lo menos sociológicamente, mucho antes de que un juez los declare fuera de la ley, dado que voluntariamente se han colocado al margen del orden jurídico vigente, no son pueblo, aunque los datos de AMLO sean otros. Según el esquema de Cicerón, la República sólo existe con los gobiernos rectos y en ningún caso con los desviados, ya que aquella implica la existencia del derecho como norma de la relación social, y la justicia como su plasmación. Las formas de gobierno consideradas por el filósofo romano son seis, tres rectas y tres desviadas, aunque hay una séptima que es la mejor por ser la ideal, que consiste en la combinación armoniosa de las tres formas rectas que son aquellas en que se gobierna con justicia: 1.-La Monárquica, en donde la gestión del bien público recae en una sola persona. 2.-La Aristócrata cuya gestión recae en ciertos ciudadanos seleccionados: los más virtuosos y 3.-La Democrática o Popular donde la gestión debe ser asumida por la totalidad de los ciudadanos, mientras que las formas desviadas, son aquellas en que el gobierno está por encima de la ley y el derecho (el Estado soy yo y quien me contradice está en contra mía, son conservadores, corruptos y fifís): 1.-La Tiránica que es la degeneración de la Monarquía. 2.-La Oligárquica que es la degeneración de la Aristocracia y 3.-La Anárquica que es la degeneración de la Democracia.
CON MARCO Tulio Cicerón coincidía Macrobius Ambrosius Theodosius, escritor y gramático romano, autor de “Comentario al Sueño de Escipión” y Agustín de Hipona, mejor conocido como San Agustín, quienes definían al pueblo (populus) como “la asociación basada en el consentimiento del derecho y en la comunidad de intereses”. Luego entonces, a quienes rompen con esos esquemas de convivencia social basada en leyes ¿podría llamárseles pueblo?. Pueblo, en teoría política y derecho constitucional es el sujeto de la soberanía nacional entendida como soberanía popular. Aunque para algunos tratadistas las diferencias entre los términos nación y pueblo son irrelevantes o meros matices, es más frecuente establecer una relación dinámica entre ambos términos y el de Estado como, por ejemplo: “nación es el pueblo que domina un Estado”, “el resultado del ascenso de un pueblo desde la inconsciencia histórica a la conciencia histórica, desde la necesidad a la autodeterminación, desde la actuación por causas a la actuación por motivos y con arreglo a fines planeados”, en suma “un pueblo es aquel grupo social que ha desarrollado unos vínculos de agregación colectiva entre sus miembros como resultado de su conciencia de identidad política común y de la actuación orientada a traducirla en una Entidad estatal propia o independiente”. Es la organización básica del ser humano que es como decir, la vida social basada en la justicia y el derecho, dado que la ciudad y la República tienen su origen y determinación en aquella, pues no existe la ciudad ni la República sin el pueblo, tomando en cuenta que son su continuación.
AHORA BIEN, si desde la visión de AMLO los criminales o delincuentes que se colocan al margen de las leyes son, también, el pueblo, uno se pregunta: ¿y entonces por qué prohibió a funcionarios de la Secretaría de Gobernación seguirse reuniendo con autodefensas a las que calificó de grupos armados fuera de la ley si, también, son el pueblo? ¿Qué acaso no es una contradicción decir, por una parte, que los delincuentes o criminales organizados son, también, pueblo y, por la otra, los descalifica y ordena a funcionarios de su Gobierno no reunirse con ellos, cuando solo pretendían apaciguar al País como tantas veces lo ha pregonado? Lo cierto es que el Presidente López Obrador como dice una cosa dice otra, y en ese tenor un día puede señalar que ya no echará culpas al pasado y al siguiente sigue responsabilizando de la violencia a sus antecesores como Felipe Calderón Hinojosa, a quien irrespetuosamente llamó “comandante Borolas” tras burlarse de su imagen cuando portó una chamarra militar que le quedaba grande y una gorra que casi le cubría los ojos. AMLO mostró con esa actitud que no respeta a nadie, lo cual indica que acaso ni siquiera así mismo, porque no supo dar valor a su compromiso de asumirse ya como responsable de todo lo que pasa en el País.
“YA NO quiero culpar a administraciones pasadas; ya es nuestra responsabilidad” habría dicho la semana pasada, y muchos agradecieron la decisión. “No quiero ya seguir responsabilizando a la administración pasada y a los de antes de esa administración. Ya es nuestra responsabilidad”, insistió al cuestionamiento que se le hizo en conferencia de prensa sobre los recursos del sismo de 2017, y aclaró que solamente responsabilizará cuando se necesite para diferenciar de otros gobiernos, “porque hay veces que calienta porque nos comparan, entonces sí. Ya no es para estar diagnosticando, ya sabemos, hay grandes, graves problemas nacionales y los tenemos que enfrentar”, afirmó el presidente optimista de poder sacar adelante al País. “Estamos poniendo de pie, levantando al elefante que estaba echado, lo estamos parando y lo estamos empujando al elefante reumático y lleno de mañas”. Pero, simple y llanamente no cumplió, y acaso en Veracruz respiraron aliviados porque, al ser mímicos del Presidente tendrían que dejar de echar la culpa de todo y por todo a Miguel Ángel Yunes Linares y al Fiscal, Jorge Winckler Ortiz. Lo peor es que hay quienes todavía le creen y lo festinan.
DECÍA CICERON que cuando un pueblo está decidido a ser esclavo y se halla degradado, es una locura tratar de animar de nuevo en él el espíritu de orgullo y honor, de libertad y amor a las leyes, pues abraza con entusiasmo sus cadenas con tal que lo alimenten sin ningún esfuerzo. Así las cosas…OPINA carjesus30@hotmail.com
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