DICE EL Presidente Andrés Manuel López Obrador que sus adversarios –los que llama conservadores- le deben pedir una disculpa a los funcionarios del Gabinete de Seguridad, por criticar el operativo donde se intentó la captura de Ovidio Guzmán y la decisión presidencial de suspenderlo para evitar la muerte de inocentes. Lo dijo así: “a mí me gustaría que nuestros adversarios, quienes hablaban que ‘a sangre y fuego’ se mantuviera el operativo –ya pasado el tiempo, más tranquilos, más serenos– ofrecieran una disculpa. O si no, que rectificaran, que no sigan en la autocomplacencia, porque vaya que se lanzaron fuerte”, pero el poeta Javier Sicilia, aquel de quien se negó a recibir un beso en la mejilla en 2012, le reviró al mandatario recordándole que “quien va a pagar los costos es él (pues), ya lleva 30 mil muertos, y no sé cuántos más va a cargar en la espalda hasta tomarse en serio los resultados de su fallida estrategia”, ya que “en todos los sentidos, nos está fallando”. En pocas palabras, el activista que saltó a la notoriedad el 28 de Marzo de 2011 -al margen de su condición de escritor y poeta de renombre-, tras morir su hijo asesinado junto con otros seis jóvenes por integrantes del crimen organizado en la población de Temixco, Morelos, lo que motivó que el poeta abandonara la poesía –cuyo gusto fue heredado por su padre, un ávido lector de Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz y Concepción Cabrera de Armida, por lo que Sicilia vincula sus poemas con el catolicismo y la mística cristiana como marco para la elaboración de su pensamiento fuertemente marcado por Albert Camus, Lanza del Vasto, Gandhi e Iván Illich-, y desde ese entonces, bajo el lema: “Estamos hasta la madre”, ha encabezado distintas manifestaciones en el país exigiendo un alto al “clima" de violencia, lo que repetirá próximamente. Y es que de acuerdo al activista, en México la casa ‘está incendiada y ensangrentada’ y el presidente quedará marcado por la historia de acuerdo a las decisiones que tome en el combate a la violencia y la inseguridad. “Nosotros vamos a cumplir lo que prometí en la carta. Si el presidente está abierto a comprender y sumar, nos recibirá. Si la historia lo conduce por una buena política de salvar al país de la violencia, entonces la historia lo dirá, si no cargará con el horror de no hacer caso a lo que se le está diciendo”.
PERO AMLO dice que no variará su estrategia de “abrazos, no balazos”, acompañada de la denuncia ante los abuelos y papás de los malosos para que los metan al orden, y ya en casos muy extremos usar las palabras mágicas: “fuchi” y “guácala” con las que espera que los malhechores se retuerzan…pero de risa, y en ese ataque pavoroso de carcajadas se olviden de la intención de delinquir traducido como secuestrar, extorsionar, asesinar, levantar, descuartizar, asaltar o robar con o sin violencia, o como en el caso de las comadrejas cuyo punto débil es que cuando empiezan a reír y no pueden parar, podrían llegar a morir de un ataque de risa, que eso les suceda. Y es que el evangelio según San Andrés, precisa que: “no vamos a regresar a lo mismo, no es con el uso de la fuerza, no es con la violencia, no se puede enfrentar el mal con el mal; el mal hay que enfrentarlo haciendo el bien. La paz y la tranquilidad son fruto de la justicia y eso es nuestra estrategia”.
Y ES que acaso el Presidente, fiel a su religión evangélica, tiene temor de ser enviado al infierno el día que el Creador Supremo lo llame a cuentas si en la conciencia lleva un difunto, sin embargo, más allá de religiones, López Obrador se alquiló como Presidente de México, y ello lleva implícita una responsabilidad: velar por la seguridad de los mexicanos que para eso pagamos impuestos, para que se contrate una policía capaz y dispuesta a todo, incluso, si en la defensa de los intereses de sus representados está dar la instrucción de combatir con toda la fuerza del Estado a quienes no se tocarán el corazón para devastar, asesinar, secuestrar y hasta cegar la vida a quien no cumple sus expectativas. AMLO quiere salvarse a sí mismo de los fuegos del averno, a sabiendas de que el pueblo se está consumiendo en ese tártaro donde no pasa día sin que ocurra un crimen que engendra huérfanos, viudas y viudos tanto del lado de los malos como de los buenos, pero eso no importa mientras cumpla los mandatos de su religión.
AHORA QUE, hay una solución. Si el presidente no desea mancharse las manos de sangre, entonces que permita que los gobernados portemos o poseamos un arma para defensa como en Estados Unidos, que podría ser usada para defender nuestros intereses, bienes o, incluso la vida de los nuestros y la propia cuando seamos víctimas de un acto violento. Que se nos permita defendernos ante la inutilidad de los programas de seguridad diseñados, y que han servido para maldita sea la cosa, y en ese sentido, uno se pregunta a propósito de la disculpa que AMLO desea que se pida a su gabinete de seguridad por haber detenido y liberado a Ovidio: ¿Quién pedirá una disculpa a los familiares de las 30 mil víctimas de la delincuencia en lo que va del Gobierno de López Obrador?. Porque los huérfanos de esas personas requieren, también, atención, y más aún cuando son víctimas indirectas de la estrategia fallida de abrazos y no balazos.
EN DERECHO penal, la legítima defensa, defensa propia o autodefensa es una causa que justifica la realización de una conducta sancionada penalmente, eximiendo de responsabilidad a su autor, y que en caso de cumplirse todos sus requisitos permite reducir la pena aplicable a este último. En otras palabras, es una situación que exime o eventualmente reduce la sanción ante la realización de una conducta generalmente prohibida. En otros términos, la defensa propia es el contraataque o repulsa de una agresión actual, inminente e inmediata con el fin de proteger la integridad o bienes jurídicos propios o ajenos, por lo que es necesario que se reforme la ley para que quien actúe en defensa de sus bienes, de su familia o en defensa de otras personas –ya que esa tarea no la está haciendo el Gobierno- se le exima de toda responsabilidad sin mayores trámites, más aun cuando haya testigos de un hecho.
Y ES que la legítima defensa es un instituto jurídico de carácter universal que ha sido reconocido por todas las legislaciones del mundo, a tal punto que el Papa Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium Vitae (El Evangelio de la Vida) del 25 de Marzo de 1995, la define claramente como “El derecho a la vida y la obligación de preservarla”, algo que el Presidente Andrés Manuel López Obrador debería alentar ante su negativa de actuar contra la delincuencia con los mismos mecanismos que ésta lo hace contra la sociedad pacífica. Por ello la urgencia de que se autorice la portación legal de armas de fuego, y siguiendo el esquema de la teoría del delito, recurrir a la legítima defensa como causa de justificación de una acción típica que impide que la conducta sea calificada como antijurídica cuando es en defensa propia, de terceros o de nuestros intereses. En fin, le preguntaría: ¿y usted qué opina?. OPINA carjesus30@hotmail.com
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