DICE EL contexto bíblico –sin pretender quitarle el puesto al “asceta” Rafael Cruz Tronco, mejor conocido como “el Negro”-, que allá por el año 375 después de Cristo, Evagrio Póntico conocido como el monje, se unió a un monasterio fuera de Constantinopla y allí clasificó los ocho pecados que, según él, atraían al hombre al infierno. Evagrio creía que había ocho tentaciones terribles para el alma, y la vanidad era la más letal. El divulgador del “hesicasmo” -doctrina y práctica ascética difundida entre los monjes cristianos orientales a partir del siglo IV con los llamados “Padres del Desierto”-, advirtió que la vanidad “corrompía todo lo que tocaba” y la denominó “un tumor del alma lleno de pus que al alcanzar la madurez se descompone en un desagradable desastre”. Ya en el año 590, el papa Gregorio Magno reexaminó la lista de “tentaciones” y la redujo a siete a las que llamó “pecados capitales”, proclamando que eran mortales y asumiendo como Evagrio que la vanidad era el peor de todos, porque contiene la semilla de todo el mal. Aún se recuerda al ex Presidente José López Portillo cuando se vanagloriaba de la “bonanza” del País y pidió a los mexicanos acostumbrarse a administrar la riqueza; también de la vanidad de suponer que el problema de la deuda externa era solucionable por medio de una moratoria, lo que equivale, en el fondo, al patente incumplimiento de un contrato pactado o la traición al crédito del País. O la suprema vanidad de suponer que, defendiendo el peso como perro representaría una solución al problema cambiario de la economía, y aquella enorme presunción de imponer a su hijo, José Ramón López Portillo como subsecretario de Programación y Presupuesto, además de hacer patente su fortaleza física aparejada a la intelectualidad que presumía invariablemente.
Friedrich Hayek, filósofo, jurista y economista austriaco criticaba la “fatal arrogancia” de suponer que los conocimientos limitados de unos cuantos en el poder pueden determinar, bajo presunción de ingeniería social, la acción humana de millones de actos cotidianos de intercambio, vanidad que sigue siendo, sin duda, un ingrediente fundamental de la cultura política mexicana. En Veracruz ha habido muchos casos. Se recuerda cuando Fidel Herrera Beltrán en 2010, exclamó extasiado estar “en plenitud del pinche poder” y de tener al gobierno en la mano…, y en ese tenor ofrecía el dinero necesario a sus candidatos a diputados locales y al propio Javier Duarte de Ochoa para ganar la gubernatura. En aquella abundancia de vanidad, Herrera se decidió por la postulación del, ahora, ex Gobernador en prisión con el afán de manipularlo, pero le fallaron los cálculos. Años después diría desde Barcelona donde fue enviado como Cónsul: “lamentablemente mi sucesor no fue lo que yo esperaba y en medio hizo cosas que no tenía que hacer”. Pero en aquel tiempo la vanidad le obnubilaba el raciocinio. Duarte está en prisión con varias causas pendientes y Fidel tiene abiertas carpetas de investigación que le impiden venir a Veracruz.
EL SUCEDOR de Duarte, tampoco, pudo librarse de ese pecado capital, y apenas semanas antes y después de asumir el poder en Diciembre de 2016 incurrió en una pifia que se le ha convertido en pesada losa: afirmar que iba a acabar con la inseguridad en seis meses, porque él si sabía cómo hacerlo. Han pasado casi dos años de aquello, y la violencia se enseñorea con el territorio veracruzano, a tal grado que Veracruz se encuentra en la lista de las Entidades más peligrosas en materia de secuestro, feminicidios, homicidios dolosos, robos a casa habitación y autos, asaltos y extorsiones. Aun no se sabe si fue una estrategia de campaña en medio de la efervescencia de la inseguridad que campeaba en el gobierno rebasado de Javier Duarte y actualmente, que Yunes indicó que si llegaba al gobierno Estatal recuperaría la seguridad para los veracruzanos en seis meses. Habló en aquel entonces de crear una nueva Policía Estatal que sería capacitada y sometida permanentemente a exámenes de control de confianza. “Los elementos serán bien remunerados, contarán con seguridad social y sistemas de protección para sus hijos”, pero nada de eso ocurrió. Prometió, también, dar de baja a los altos mandos de la policía estatal vinculados con la delincuencia organizada y proceder a iniciar acciones penales en su contra, pero muchos comandantes del pasado reciente lo son con Yunes, pese al historial que les envuelve. También, dijo que recuperaría la seguridad porque tiene la experiencia suficiente para lograrlo y la mano dura para actuar en contra de los delincuentes y las cosas van de mal en peor.
LA VANIDAD, definen los teóricos, es la creencia excesiva en las habilidades propias o la atracción causada hacia los demás. “Es un tipo de arrogancia, engreimiento, una expresión exagerada de la soberbia”, y de acuerdo a la teología cristiana clásica, ese pecado capital consiste en depositar la confianza en forma excluyente en las cosas mundanas, lo que hace que el hombre no necesite de Dios, de tal suerte que es considerada, muy a menudo, como el vicio maestro, además de que en algunas enseñanzas religiosas se le considera como una forma de idolatría, en que la persona en función de sus deseos y actos mundanos rechaza a Dios en su vida cotidiana. Las historias de Lucifer y Narciso (de donde se ha sacado el término "narcisismo") son ejemplos demostrativos de lo que puede llegar a ser un completo vanidoso. Dice la mitología que Narciso tanto se admiraba que decidió contemplarse en las aguas de un profundo lago, y admirando su bello rostro tanto se acercó a él reflejado en las aguas, que cayó y se ahogó. Lucifer llegó a verse tan bello e inteligente que pudo sentirse igual a Dios, su creador, por lo que decidió buscar la felicidad en sí mismo, hasta que fue arrojado del paraíso a las mismísimas tinieblas.
AHORA nos enteramos que el hijo de Yazmín Copete Zapot, impuesto como alcalde de Santiago Tuxtla, Argenis Vázquez Copete pretende imponer su nombre a una calle de la colonia El Marqués, porque, según argumenta, el pueblo se lo exige, postura a la que su hermano Julio César Vázquez Copete se opone, y propone mejor el reconocimiento al maestro Ezequiel García. Pero el presidentito municipal está henchido de vanidad y cree que nadie mejor que él merece el reconocimiento, y a través de su cuenta de Facebook da a conocer la propuesta: “vecinos de la colonia El Marqués y en colindancia con las calles Los Pinos y Gilberto Perea, solicitamos de no haber inconveniente alguno se nos apoye para que la nueva calle próxima a pavimentarse por gestiones de ese ayuntamiento a su muy acertada dirección, lleve su nombre en agradecimiento al apoyo brindado para llevar a cabo esa obra que por años se había retrasado”. Vaya engreimiento supino que más temprano que tarde cobra facturas, y todo por vanidad y pérdida de piso. Por ello el nuevo gobierno que encabezará Cuitláhuac García Jiménez, más le valdría tener los pies bien puestos sobre la tierra. Así de simple. OPINA carjesus30@hotmail.com
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